Pamplona ha vivido, por segundo año consecutivo, un 6 de julio atípico, en el que no ha habido chupinazo anunciador de los Sanfermines ni un gentío vestido de blanco y rojo en las calles de la ciudad, debido a la suspensión de las fiestas a causa de la pandemia de covid-19.
Agentes de la Policía Foral, Policía Nacional y Policía Municipal de Pamplona han establecido en la mañana de este martes un dispositivo para controlar el acceso a la Plaza del Ayuntamiento y Plaza del Castillo, así como en las calles de más tránsito del Casco Viejo. El objetivo era evitar aglomeraciones de personas a mediodía, cuando tradicionalmente se lanza el chupinazo anunciador de las fiestas, para reducir el riesgo de transmisión del virus, del que este martes se han comunicado 425 nuevos casos en Navarra, con la tasa de positividad situada casi en el 18 %.
Aunque el despliegue policial, con el apoyo de un helicóptero, ha sido evidente en el centro de Pamplona, tampoco ha sido necesaria su intervención, ya que muy pocas personas se han acercado a la Plaza Consistorial para asistir al momento en el que las campanadas del reloj no daban inicio, como ya ocurrió el año pasado, a las fiestas de la ciudad. Tampoco el tiempo, lluvioso a ratos, ha ayudado a crear un ambiente muy festivo. En las terrazas del centro de la ciudad, abarrotadas otros años con los tradicionales almuerzos previos al chupinazo, apenas había algunas mesas ocupadas.
En una de ellas, un grupo de amigos de Pamplona, ataviados de blanco y rojo, comentaban a Efe que «hay que seguir la tradición», aunque no haya fiestas oficialmente. «Hemos aprovechado para madrugar, estar con los colegas, almorzar algo y luego quedarnos aquí, intentando mantener todas las distancias de seguridad», ha señalado uno de ellos.
En ese sentido, el alcalde de Pamplona, Enrique Maya, ha reiterado este martes en conferencia de prensa su llamamiento a la «sensatez, responsabilidad y sentido común» en el comportamiento de la ciudadanía en estos días en los que deberían celebrarse los Sanfermines, en los que ha animado a «pasar el mal trago» de la ausencia de fiestas porque «nos jugamos el futuro».
Para controlar el cumplimiento de las normas sanitarias, especialmente en este 6 de julio, se ha establecido en la Casa consistorial un puesto de mando avanzado en el que participan agentes de los cuerpos policiales implicados (Policía Municipal, Policía Nacional y Policía foral).
Pero esta jornada, que otros años es tan complicada por las miles de personas que se dan cita en las calles del Casco Viejo de la ciudad, ha transcurrido con total normalidad. Poco a poco, conforme se acercaba el mediodía, grupos de personas, muchas de ellas vestidas de pamplonica, se han acercado a la Plaza Consistorial, donde la Policía Municipal ha limitado el aforo colocando vallas en el centro de la plaza.
Una pareja de jóvenes, de riguroso blanco y rojo, ha explicado a Efe que han decidido acudir a la plaza porque todos los años hay Sanfermines a partir del 6 de julio, «aunque no se celebren oficialmente».
«Nosotros los sentimos en el corazón y teníamos que venir aquí vestidos (de pamplonicas), con nuestro sentimiento, aunque con nostalgia, pero nos veíamos obligados a venir, no podíamos faltar», han afirmado.
Minutos antes de las doce, muchos de los congregados en la plaza han levantado sus pañuelos en alto, coreando el tradicional «¡San Fermín! ¡San Fermín», hasta que las campanadas del reloj del Ayuntamiento han anunciado el mediodía. No ha habido chupinazo, aunque desde un lugar cercano se lanzaban algunos cohetes que han servido a los presentes para dar inicio a estas «no fiestas» anudándose el pañuelo al cuello.