La nueva cepa de coronavirus detectada en Reino Unido ha surgido por mutaciones puntuales en el genoma del virus, surgidas al azar en su multiplicación dentro de las células humanas. Estas mutaciones no afectan a la totalidad de la proteína S, por lo que es poco probable que la vacuna no sea efectiva. La vacuna estimula el sistema inmune para enfrentarse a diferentes puntos diana de la proteína S del virus, por lo que puede impedir su unión a los receptores a pesar de ciertas mutaciones.
Las vacunas hacen que el sistema inmunológico de una persona pueda reconocer y defenderse contra una determinada enfermedad. A nivel mundial, se están desarrollando más de 200 candidatas a vacunas diferentes frente al COVID-19, utilizando distintas tecnologías.
¿Cómo funciona una vacuna?
Cuando se administra una vacuna, el organismo genera defensas conocidas como anticuerpos. Los anticuerpos reconocen las sustancias que no son propias del organismo (conocidas como antígenos), se unen a ellas y las neutralizan.
Las vacunas tradicionales se basan en administrar el virus debilitado o inactivado contra el que se quiere luchar. El objetivo es que nuestro organismo genere anticuerpos que lo bloqueen.
¿Qué tienen en común las nuevas vacunas?
Las nuevas vacunas hacen que nuestras defensas actúen contra una proteína del virus llamada proteína S, clave para que este se una a la célula humana.