La Sección Tercera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional que juzga a tres presuntos miembros de la célula yihadista que atentó en Cataluña el 17 de agosto de 2017, dejando 16 víctimas mortales y cientos de heridos, ha escuchado este miércoles el primer testimonio de una víctima del atropello masivo en La Rambla de Barcelona. Entre lágrimas, ha asegurado que su «vida cambió ese día» y que no ha podido volver a pasar por la zona en la que ocurrieron los hechos.
El tribunal, presidido por el magistrado Alfonso Guevara, ha dado la oportunidad a la víctima para que compareciera como testigo protegido y se sintiera «amparada», ya que momentos previos a la declaración se encontraba «muy nerviosa» y «llorando» en la oficina de víctimas establecida en la sede de la Audiencia de San Fernando de Henares (Madrid), donde se está celebrando la vista oral. «Vamos a tratar que sea lo más breve», ha pedido Guevara.
Así, a preguntas de su abogado --que ejerce acusación particular en este procedimiento-- ha comenzado a narrar lo sucedido en la tarde del 17 de agosto, mientras estaba en el bulevar de Barcelona con una amiga: «Salía del trabajo para irme a casa. Estaba el semáforo en rojo para los coches. Tenía que ponerse en verde para cruzar los peatones, y escucho que un furgón blanco pega una aceleración muy fuerte. En ese momento no me percaté que esa furgoneta venía hacia nosotros».
Ha continuando relatando que sin poder reaccionar, la furgoneta conducida por Younes Abouyaaqoub golpeó a su acompañante, a la que intentó apartar, con el retrovisor en la frente y que ambas cayeron al suelo. «No supe más porque la gente comenzó a pisotearnos», «tenían miedo y querían salir», ha contado.
Cuando la víctima consiguió levantarse del suelo, quedó en «shock» por los hechos que estaba presenciando: «Veo a mi alrededor demasiada gente tumbada en el suelo y veo al furgón todavía llevándose peatones por La Rambla», ha dicho afectada al revivir lo sucedido.
Ha añadido que «reaccionó» cuando vio a su amiga que estaba en el suelo con la «frente hinchada», por lo que le pidió que se tranquilizara y la llevó a una tienda que hacía esquina en La Rambla. La víctima ha cerrado su relato señalando que ha tenido que ser asistida psicológicamente y que no salió de casa hasta febrero del año siguiente porque «no confiaba en nadie».
«Me cambió un montón la vida y hasta el día de hoy no he pisado La Rambla por el miedo y el pánico», ha asegurado, al mismo tiempo que ha indicado que aún, más de tres años después, continúa con medicación. «Al venir aquí otra vez lo he revivido», ha confesado, al mismo tiempo que ha admitido que pide una indemnización porque ya no es ni el «100 por cien» de la persona que era antes.
En la sesión de este jueves --la tercera del juicio-- también han comparecido mossos d'Esquadra que tomaron declaración al acusado Mohamed Houli, herido por la explosión de la vivienda que la célula yihadista utilizaba como base operativa en Alcanar (Tarragona).
El juez Guevara no ha permitido que se preguntara por el contenido de las actas de declaraciones, lo que ha llevado a tener un breve enfrentamiento con uno de los abogados. Jaume Alonso-Cuevillas, diputado y abogado del expresidente de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont, que en este juicio representa a los padres del niño de tres años que murió en La Rambla, lo ha intentado y tras ser regañado por el presidente del tribunal ha formulado protesta y agradecido su «amabilidad».
El rifirrafe ha tenido lugar después de que el letrado le preguntara en varias ocasiones sobre qué no podía preguntar porque «no oía» al presidente del tribunal, por lo que el juez Guevara ha elevado la voz para repetir que no se podía entrar en el «contenido».
«La ironía a otro lado, se lo advierto. Creo que no he faltado el respeto a ninguno, si me ha pedido que hable alto es por lo que estoy hablando alto, pero a mí no se me contesta de esa forma. A mí personalmente sí, a lo que estoy representando, no. Si ahora es moda de no respetar las instituciones, aquí se respetan», ha dicho el magistrado.
Precisamente Cuevillas es el abogado a quien este miércoles el tribunal rechazó un informe forense que presentó relacionado con el imán de Ripoll, Abdebatty es Satty, a quien se considera líder de la célula que llevó a cabo los atentados y que murió en Alcanar. El presidente advirtió que los escritos que se registrara durante la celebración del juicio irían «a la basura».
En relación a los agentes que participaron en los interrogatorios a Houli --para quien la Fiscalía pide 41 años de prisión--, han coincidido en que, aunque el investigado facilitó nombres de los miembros de la célula, fue «cambiando de versión». Asimismo, han negado que mostrara una actitud de colaboración, sino que más bien «se limitó a responder» a las preguntas que le hacían.
También se ha escuchado a los mossos que detuvieron e interrogaron a otro de los acusados, Driss Oukabir, que se enfrenta a 36 años de cárcel. La agente que estaba en la patrulla que le detuvo ha destacado que éste se quedó «muy parado» cuando vio el coche de los Mossos y que cuando éstos le pidieron que levantara las manos y la camiseta, se puso «muy nervioso», gritaba «yo no he hecho nada» y dio «tres pasos hacia atrás».
En este sentido tanto la testigo como los agentes que le interrogaron después han negado que presentara alguna lesión, tal y como denunció Oukabir en su declaración ante el tribunal. Ha sido uno de los testigos quien ha llegado a decir que durante su turno de custodia un día después de los atentados, el acusado se llegó a poner agresivo y profirió: «Como me vuelvan a meter en la cárcel por algo que yo no he hecho, juro que voy a matar a los agentes que me han detenido y a sus hijos».
Parte del interrogatorio a los agentes se ha centrado en cómo durante su declaración en comisaría se accedió a su teléfono móvil. «Nosotros le pedimos la autorización, los datos para acceder a su móvil y comprobar la mensajería y llamadas para corroborar todo lo explicado en su relato», ha explicado uno de ellos, que ha afirmado que Oukabir facilitó las claves de forma voluntaria.
Todos ellos han asegurado que esta comprobación se realizó siempre delante de Oukabir y su letrado, algo que ha tratado desmentir por el propio acusado desde la 'pecera' de cristal en la que se encuentra siguiendo el juicio, al gesticular con un dedo que no era así.
La contraseña para entrar en el móvil ha sido otro de los momentos en los que el presidente del tribunal ha sido protagonista. Uno de los abogados de la acusación ha preguntado, pese a la insistencia del juez Guevara sobre que esa cuestión «no interesa» al tribunal, si ésta era «Allah akbar» --"Alá es el más grande», traducido del árabe--, lo que ha sido confirmado por uno de los agentes.
El magistrado considera que es «una manifestación totalmente religiosa». «Se está preguntando por una cuestión de creencia. Es como si yo pongo en mi teléfono 'Dios bendito'. Vamos a empezar a distinguir». Se da la circunstancia de que la estrategia de defensa de Driss Oukabir se basa en que no es practicante del islam.
Por último, otro de los testigos, un guardia civil, ha afirmado que el tercer acusado en este juicio, Said Ben Iazza, que se enfrenta a 8 años de prisión, reconoció en una primera declaración como testigo que prestó a la célula una furgoneta y documentación, negando que fuera para transportar explosivos. No obstante, este agente ha destacado que pasó a ser investigado porque, tras hacer una serie de comprobaciones, encontraron indicios de que estuvo en Alcanar.