El turismo rural ya sabe qué ha de hacer para reabrir durante la desescalada. Eliminar los folletos de uso compartido, lavar la ropa de servicio a 60 grados como mínimo o poner papeleras sin apertura manual son algunas recomendaciones del Gobierno para evitar contagios de coronavirus. Pero habrá que ver si pueden recuperar a los clientes.
Estas sugerencias han llegado por medio de una guía difundida por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo hace unos días, un documento en el que figuran medidas respecto al personal, los clientes y el propio establecimiento, y que constituyen un primer paso en la adaptación de los alojamientos para que sean capaces de recibir a los viajeros con la seguridad adecuada.
El texto, elaborado por la Secretaría de Estado de Turismo en coordinación con el Ministerio de Sanidad, ha contado además con la participación de las comunidades autónomas, la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), agentes sociales, asociaciones sectoriales y la Asociación Española de Servicios de Prevención Laboral (Aespla).
El Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE) fue la entidad a la que la Secretaría de Estado de Turismo encargó desarrollar la labor.
El presidente de la Asociación de Profesionales del Turismo Rural (Autural), Francisco Parra, que participó en la elaboración de estas «directrices y recomendaciones» como portavoz de la Asociación para la Calidad del Turismo Rural (ACTR), explica a Efe que la responsabilidad a la hora de aplicar estas recomendaciones reside en cada propietario.
«Es el alojamiento rural quien debe asumir el compromiso de la gestión de los riesgos de contagio», pero con esta guía pueden conocer «pautas generales a seguir en esta situación extraordinariamente complicada y novedosa», para aportar tranquilidad tanto a los propietarios como a los viajeros, señala.
Para Parra, las medidas propuestas son de «sentido común» y de fácil aplicación en muchos casos, ya que comprenden recomendaciones como lavarse las manos con asiduidad, evitar el contacto físico, usar equipos de protección individual o ventilar los espacios.
De cara a los clientes, ponen el acento en facilitarles cartelería con las medidas preventivas implantadas en el centro y las pautas a seguir, indicadores de posición para respetar la distancia de seguridad o información sobre teléfonos de emergencia.
Sobre los establecimientos, recomiendan el uso de dispensadores de papel de secado o secador de manos en los aseos en vez de toallas, la desinfección por ozono y la limpieza de paredes, suelos, techos, espejos, muebles y ventanas.
Parra se muestra reticente ante la intención del ICTE de impulsar un sello que avale la seguridad del establecimiento frente al coronavirus, una iniciativa que ha generado «cierto revuelo», porque, a su juicio, obtener esta certificación implicaría «un dinero que en este momento es poco adecuado pedírselo al sector».
«Nuestra cuenta de resultados al cabo de este tiempo (con cierre de establecimientos y sin perspectiva de viajeros todavía en las próximas semanas) no va a ser brillante», insiste.
Es precisamente la falta de viajeros lo que preocupa al sector, que pese a que se registran pequeños aumentos de reservas en los alojamientos rurales para agosto, no son suficientes para compensar las pérdidas sufridas por la crisis, en las fechas en las que Semana Santa y las fiestas del comienzo de la primavera suelen generar la mayor cantidad de pernoctaciones del año.
Para enfrentar los próximos meses, Parra reclama formación sobre seguridad ante el virus para los propietarios y, a las autoridades regionales, que fomenten el turismo rural y apoyen a las asociaciones del sector, ya que la perspectiva es que «va a haber bajas» en el sector de negocios que ya no volverán a abrir.
El presidente de la Asociación de Empresarios de Turismo Rural de Valladolid y portavoz autonómico, Luis Chico, subraya que reciben la guía con los brazos abiertos, mientras desarrollan sus propios protocolos adaptados a las necesidades de cada alojamiento, pero coincide en que a la hora de la verdad dependerá de la cantidad de visitantes que reciban.
«Ahora mismo estamos cerrados y hasta que no haya movilidad entre distintas autonomías va a estar cerrado. Nuestro público objetivo está en Madrid, País Vasco, Galicia, que es la gente que habitualmente viene a nuestros alojamientos», expone Chico, dueño de una casa rural y alcalde en Benafarces (Valladolid).
Se encuentran en un momento de «bastante incertidumbre» y en su opinión las ayudas facilitadas por el Gobierno no han sido «suficientes» para muchos alojamientos, por lo que pide en nombre del sector «medidas excepcionales» para superar esta situación «caótica y complicada» de difícil salida.