A pesar de que la actividad parlamentaria ordinaria del Congreso de los Diputados está detenida, hasta la próxima semana, cuando se llevará a cabo una sesión de control al Gobierno, hace dos días que algunos de los 52 diputados de Vox se saltan el confinamiento por el coronavirus y acuden a sus despachos de la cámara baja a trabajar.
En una línea similar, y a pesar de la petición de la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, de que solo acudan al hemiciclo el número mínimo indispensable de representantes públicos, con el fin de reducir al máximo el peligro de contagio por la COVID-19, desde el Partido Popular advirtieron que van a acudir cuantos puedan hacerlo. Según su portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, no es el momento de estar en casa, como toda la sociedad española, sino de que esta les vea.
De este modo el próximo pleno en el Congreso de los Diputados podría ser bien diferente al vivido el pasado 25 de marzo su beneplácito al estado de alarma impulsado por el Ejecutivo en un hemiciclo casi completamente vacío, solo con los portavoces que debían tomar la palabra desde el púlpito.
Esta decisión, tanto de la formación de Santiago Abascal como la de Pablo Casado, ha generado un gran número de reacciones, muchas de ellas encontradas.