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Pandemia de coronavirus

Carta de un enfermo de coronavirus curado

| Madrid |

El desconocimiento sobre cómo evoluciona el coronavirus en un organismo contagiado y el temor a las complicaciones que pueda originar, incrementan la angustia de los enfermos hospitalizados, que en esos momentos agradecen, más que nunca, el trato amable, humano y profesional de los sanitarios.

Y así se lo demuestran en las numerosas cartas de agradecimiento que les hacen llegar una vez dados de alta, como en la que ha escrito Fernando al equipo del Hospital La Princesa, en Madrid, que le atendió entre el 23 y 27 de marzo en sus instalaciones.

Fernando, que ahora se encuentra en su domicilio, siguiendo el tratamiento que le han mandado y manteniendo un aislamiento de 20 días, ha querido que el equipo que le atendió en el hospital supiera lo que siente por ellos y lo emocionado que está por el trato recibido.

Se lo ha contado en esta carta, que espera hacer llegar a los sanitarios a través de un amigo médico de un familiar. Este es el texto enviado:

«Carta de agradecimiento de un curado:
Soy Fernando, he estado ingresado cinco días por coronavirus en el Hospital de la Princesa de Madrid y ahora ya estoy en casa intentando recuperarme del todo.

Médicos, enfermeras, celadores, personal de mantenimiento y limpieza me habéis tratado, sin conocerme de nada, como si fuera de vuestra familia.

Vosotros arriesgáis cada día vuestra salud para salvaguardar la de cientos de pacientes , yo entre ellos, que hemos caído enfermos y dependemos de vuestra ayuda.

Vosotros, en estos días de soledad y aislamiento me habéis dado la mejor medicina posible, vuestro esfuerzo, vuestro cariño y vuestra energía.

Me gustaría poneros a todos una medalla simbólica, pero no una cualquiera, sino la más bonita que debe existir, la del amor desinteresado por los demás. Me gustaría que todos os prendierais esta medalla de vuestras batas y presumierais de ella porque no existe otra más merecida. Vosotros sois héroes y el mundo debe saberlo.

Cada vez que veo imágenes de compañeros vuestros y de otros cuerpos en otros hospitales, en la calle o donde sea, con mascarillas, guantes, luchando denodadamente porque todo funcione, porque los enfermos podamos curarnos, se me saltan las lágrimas de emoción.

Muchas gracias por vuestro trabajo, por vuestro optimismo, por vuestra entrega y solidaridad. Muchas gracias por haberme tratado como a la persona más importante del mundo.

Vosotros sí que sois importantes.

Os quiero.»

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