La pandemia del coronavirus se ha expandido por la acción humana, si lo hubiera hecho por el aire se habría dirigido desde China a América antes de alcanzar Europa. Es la conclusión a la que ha llegado el presidente de la Asociación Española de Geografía (AGE) y catedrático de la Universidad de Alicante (UA), Jorge Olcina.
Siguiendo la dirección de los vientos en latitudes medias, de oeste a este, la COVID-19 habría llegado en primer lugar a América. «Han sido los traslados de la población entre países, entre ciudades, los que han causado la expansión de este virus» en unos movimientos «en sentido contrario a la circulación atmosférica general», explica Olcina en un artículo publicado en la página web de la institución.
El director del Laboratorio de Climatología de la UA argumenta que en los meses invernales sobre China dominan las condiciones anticiclónicas, que estancan el aire y favorecen los altos niveles de contaminación en sus áreas urbanas. «El movimiento de las masas de aire han tenido poco que ver en esta expansión vírica a escala planetaria», concluye.
El experto también acaba con las tesis de la influencia del tiempo tanto en la progresión como en el freno a la pandemia. «Tampoco hay una explicación climática que sea concluyente para determinar la mayor expansión del virus en unos países respecto a otros», comenta. El coronavirus está afectando «muy poco» en África y ha opinado que puede deberse a que los viajes de personas de negocios o de ocio en este continente son menores. Eso sí, la falta de frío invernal puede haber favorecido aún más la propagación de virus al animar las actividades y, en general, la vida al aire libre «tan cultivada en los países del sur de Europa».
«Mientras no tengamos una vacuna efectiva, las medidas de profilaxis y confinamiento son las únicas efectivas», subraya Olcina, que invita a desonfiar con el hecho de que «el buen tiempo» alivie la situación.