Los niños con síntomas de padecer el nuevo coronavirus, cuya enfermedad se conoce como COVID-19, que por sus circunstancias no soporten llevar mascarilla deberán estar en los coches, sillas o sistemas de retención, y apartados de los demás pacientes, cuando acudan a una consulta de Atención Primaria.
Así lo señala el Ministerio de Sanidad en el protocolo 'Manejo pediátrico en Atención Primaria de la COVID-19', en el que se recuerda que los menores tienen menos riesgo de infección por el nuevo coronavirus y que, además, si se contagian los síntomas suelen ser más leves que en los adultos y se suelen recuperar en una o dos semanas después del inicio de la enfermedad.
No obstante, el manual avisa de que la eliminación del virus en las secreciones respiratorias y en las heces es más prolongada en los niños con síntomas leves que en los adultos, lo que provoca un «gran desafío» para la contención de la infección. Además, algunas investigaciones han sugerido una posible transmisión del coronavirus en niños asintomáticos, lo que, a juicio de Sanidad, puede explicar que ocurra un mayor número de infecciones.
En este sentido, en el protocolo se destaca la necesidad de que la población pediátrica participe también en las acciones de prevención para contener la expansión de la infección y, además, proteger a los profesionales sanitarios cuando valoren y exploren a los niños con infecciones respiratorias.
«Los centros de salud y, en concreto, las consultas de Pediatría de Atención Primaria, pueden ser las puertas de entrada de nuevos casos de COVID-19. Atendiendo, por un lado, a las características de la población infantil, muy demandante de atención médica en esta época del año y siendo la patología respiratoria una de las causas más frecuentes, y por otro a las características de la COVID-19 en Pediatría, es de suma importancia la elaboración de este documento», explica Sanidad.
Por ello, el departamento que dirige Salvador Illa recomienda colocar carteles o folletos en las salas de espera, incluyendo información adaptada a los niños, con el fin de enseñar las instrucciones necesarias sobre el lavado de manos e higiene respiratoria, las cuales deberán llevar a cabo los padres o cuidadores que lleven a estos centros a niños pequeños incapaces de seguir dichas instrucciones.
Y es que, tal y como se recuerda, los menores de edad no controlan la emisión de secreciones, son incapaces de adoptar medidas de higiene personal, tienen dificultades para ponerse una mascarilla (los menores de un año no deben usarla, no logran permanecer quietos en un lugar determinado y suelen interaccionar con otros niños y compartir juguetes.
Unas características que han propiciado que Sanidad desaconseje poner juguetes, libros y otros utensilios en las salas de espera pediátricas, como suele ser habitual, con el fin de garantizar que se cumplen las normas de limpieza e higiene de material. Además, insiste en la importancia de que los cuidadores les tengan colocados en los sistemas de retención en bebés y que, en los casos en los que se pueda, se les coloque una mascarilla, la cual deberá llevar también el adulto y se les facilite la solución hidroalcohólica.
Al mismo tiempo, y siempre que se posible hacer una contención razonable y en determinados escenarios o entornos clínicos especialmente susceptibles, Sanidad señala como medida a considerar que los pacientes médicamente estables puedan optar por esperar en un vehículo personal, o fuera del centro sanitario, hasta que sean contactados por teléfono móvil cuando sea el turno para ser valorados.
Dadas las características de la población pediátrica y considerando la dificultad de contención se debería asegurar, según señala el protocolo, una clasificación rápida y el aislamiento de pacientes con síntomas de sospecha de COVID-19 u otra infección respiratoria. Para ello, aconseja implementar sistemas de triaje efectivos, ya sean telefónicos o en la zona administrativa, realizando una encuesta con criterios epidemiológicos o en los centros rurales una rápida anamnesis tan pronto llegue el paciente.
En cuanto a la identificación de casos, en el trabajo se recuerda que en el actual escenario de transmisión comunitaria sostenida generalizada, los casos de infección respiratoria aguda leve serán considerados como posibles y no será necesaria realizar la prueba de detección del COVID-19.
Asimismo, en estos casos, se valorarán los criterios de gravedad clínica de la población pediátrica para decidir su derivación a un centro hospitalario o el seguimiento domiciliario, último supuesto que se contempla siempre y cuando el entorno sea adecuado, se garantice en todo momento una supervisión por un adulto responsable que se encuentre en condiciones de salud adecuadas y se cumplan unos requisitos mínimos.
Los criterios de gravedad fijados por Sanidad para el traslado en transporte sanitario de un niño con COVID-19 se basan en la dificultad respiratoria con o sin sibilancias asociadas, problemas gastrointestinales (vómitos frecuentes, diarrea con signos o sospecha de deshidratación o rechazo de la alimentación) y neurológicos (confusión, letargia, entre otros).
Cuando se necesiten usar fármacos, Sanidad desaconseja en la población pediátrica el uso de aerosoles y, en el caso de necesitar medicamentos inhalados, sólo recomienda la utilización de cámaras y dispositivos MDI con o sin mascarilla o dispositivos de polvo seco en función de la edad del paciente. Será el propio paciente o sus familiares los que administrarán la medicación.
Por otra parte, los niños podrán ser atendidos en sus casas, siempre y cuando no estén graves, se pueda garantizar en las condiciones adecuadas su asistencia y aislamiento en el domicilio y no padezcan cardiopatías, inmunosupresión, enfermedades neuromusculares y encefalopatías moderadas o graves, patologías de células falciforme homocigota o doble heterocigota, y diabetes tipo 1 mal controlada.