El presidente de PP de Gipuzkoa, Borja Sémper, ha atribuido este martes su abandono de la política al «fin de una etapa personal», aunque se ha despedido con una defensa cerrada del ejercicio de la política desde el «respeto» y sin convertir los partidos en «trincheras».
El dirigente popular ha insistido, en una rueda de prensa, en que los motivos de su marcha son «mayoritariamente» personales y no ha deslizado ni un solo reproche al PP, un partido que, ha dicho, le ha permitido siempre expresarse con «libertad».
Sémper sí ha admitido que «el clima político general» no es de su agrado, porque considera que los adversarios «no son enemigos», y porque rechaza «la política de trincheras, que se empeña en levantar muros».
El dirigente guipuzcoano, tras 25 años en la primera línea de la política vasca, 15 de ellos amenazado de muerte por ETA, ha decidido aceptar una oferta de la multinacional Ernst & Young, en la que ejercerá como director de Relaciones Institucionales a partir del próximo mes de febrero.
El presidente del PP de Gipuzkoa se ha despedido en una rueda de prensa en la que ha estado arropado por colegas de su partido, amigos y por su compañera sentimental, la actriz Bárbara Goenaga.
«Es un fin de ciclo, una etapa personal que acaba, no hay más lecturas», ha señalado Sémper, quien ha afirmado que «ha llegado el momento de desarrollar una carrera profesional fuera de la política», motivo por el que «hace unas semanas» aceptó la oferta de la compañía consultora.
Ha rechazado que la situación interna del PP le haya empujado a abandonar la política, ni tampoco los pactos con Vox o ninguna circunstancia similar, mientras que, por el contrario, ha expresado en varias ocasiones su agradecimiento a la formación conservadora, en la que, con sus matices, ha podido expresarse libremente.
«Me siento extraordinariamente cómodo en el PP», ha recalcado el político guipuzcoano, quien ha asegurado que ha vivido «situaciones mucho más complicadas» que habrían hecho «más razonable» renunciar, en alusión a la amenaza terrorista que pesó sobre su cabeza durante años.
Su reproche no ha sido para el PP, sino para el clima político «general» de confrontación. «Me incomoda mucho un clima de confrontación permanente en política», ha dicho el dirigente popular, quien ha confesado tener la «amarga sensación de que la política transita por un camino poco edificante».
Ha defendido la «discrepancia sana y necesaria», ha añadido que la «dialéctica política tiene que ser alentada», pero no «la política de trinchera, que se empeña en levantar muros», tras lo que ha manifestado que «si alguien cree que esto afecta a un solo partido, se equivoca».
«Un partido político no es una secta, es un lugar en el que personas que comparten una serie de principios fundamentales, deciden unirse para defender el interés general, a través de sus principios, que haya matices, discrepancias, incluso choques, debería ser saludado como algo sano, si no, estamos convirtiendo los partidos políticos en trincheras, en espacios cerrados, en cajas de resonancia que solo pretenden convencer a los ya convencidos», ha reflexionado.
«Es un camino por el que empieza a transitar la política española de manera preocupante y tenemos que poner pie en pared para que no siga así y creo que hay mimbres para que podamos corregir esta deriva», ha abundado, tras lo que ha aclarado que esto «no es lo que determina el fin» de su carrera política.
Ha advertido que si no se «cuida» lo que «se ha ganado», en referencia a logros como «la convivencia, la libertad, la prosperidad, una sociedad moderna, un sistema democrático, unas leyes iguales para todos, existe el «riesgo cierto» de perderlo.
Sémper comunicó su decisión a sus «dos presidentes», Pablo Casado y el líder del PP vasco, Alfonso Alonso, a quienes ha agradecido su «afecto y comprensión».
Ha recordado que entró en política muy joven, «a una edad y en una Euskadi en la que era necesario que prevaleciera el idealismo y el compromiso por encima del interés propio», lo que le costó pasar la mayor parte de su carrera «flanqueado por dos escoltas».
«Y hoy sí quiero decir que mereció la pena, que una y mil veces volvería a comprometerme por la democracia, la convivencia y la libertad, aunque fuera a costa de mi juventud, de mi seguridad. Eso sí, quiero pedir disculpas a mi familia por su sacrificio», ha aseverado.
Ha dicho que se va sin rencor, pero también sin «olvido": «No pudieron matarme, pero tampoco pudieron amargarme la vida».
Sémper ha pedido disculpas, en concreto, a los electores donostiarras que le votaron en los últimos comicios municipales, ya que le habría «encantado» cumplir su compromiso, pero les ha pedido que sean «benévolos», porque «no ha sido una decisión fácil, pero sí necesaria» para su familia.