La expresidenta del Parlament de Cataluña Carme Forcadell ha admitido que quizá los políticos independentistas catalanes no tuvieron «empatía» con los catalanes no separatistas y que por ello estos sintieron que se les trató injustamente.
Así lo ha dicho en una entrevista concedida a Catalunya Ràdio el viernes pasado en la prisión de Mas d'Enric, en Catllar (Barcelona), donde cumple una condena de once años y seis meses de prisión por sedición, por el papel «decisivo» que el Tribunal Supremo le atribuye en el proceso independentista catalán de 2017.
«Puede ser que hiciéramos una lectura precipitada (...). Si entonces hubiésemos hecho una buena lectura, no nos habríamos puesto un calendario», ha dicho cuando le han preguntado por los objetivos que se fijaron los políticos en el 'procés' y por el incumplimiento de su propio calendario.
La exdiputada de Junts pel Sí considera que el calendario no debía ser «lo más importante». «No tuvimos empatía con la gente que no es independentista y que quizá no se sintió tratada de manera justa. Hay mucha gente que no es independentista que defiende las libertades y los derechos fundamentales y que si le das a elegir entre España y Cataluña elige España», ha señalado.
En cuanto a qué debería hacer ahora el independentismo catalán, ha dicho que le gustaría que «se calmasen» porque todos --y se incluye ella misma-- están «tocados emocionalmente». Después, «tenemos que hacer una reflexión profunda y diseñar un futuro», ha añadido.
Respecto a la reivindicación de los partidos independentistas de que los presos del 'procés' recuperen la libertad, Forcadell ha afirmado que los condenados no pueden «estar en el centro» ni ser «la excusa o la moneda de cambio de nadie».
«Hay que mirar por el bien del país, de todo el país y de toda la gente que vive en él. Y eso será bueno para nosotros», ha manifestado, advirtiendo de que ahora hay que «pensar racionalmente» y que «las emociones no dejan razonar bien».
La expresidenta del Parlament ha apostado por que el independentismo siga hacia adelante y recurra a la «desobediencia civil no violenta». Asimismo, ha expresado su esperanza de que las fuerzas políticas separatistas dejen a un lado sus desacuerdos --que le dan «mucha rabia"-- y que «en un momento tan, tan grave», se pongan de acuerdo.
Forcadell ha pedido condenar «enérgica e inmediatamente» la violencia durante los disturbios que se han producido en Barcelona y Cataluña después de que el Tribunal Supremo condenara a los líderes del 'procés'. «La no violencia no es solo por convicción, que también, sino por eficacia», ha agregado.
De hecho, ha asegurado que lloró cuando vio las imágenes los altercados en las calles: «No lloré cuando recibí la sentencia, lloré cuando vi escenas de violencia en nuestras ciudades: esto no somos nosotros, no sé qué pasa, pensé».
«No reconocía Barcelona cuando lo veía... Hay que condenarlo sin paliativos y rápido, ¡ya! Me desesperaba viéndolo. ¿Qué no entendemos? La gente, piense lo que piense, tiene derecho a salir de casa sin que le quemen el coche o sin tener miedo cuando lleva a los niños al colegio», ha señalado.
Por otro lado, la ex diputada y expresidenta de la Asamblea Nacional Catalana ha afirmado que la han condenado por haber sido presidenta de esta organización, y no por amparar la creación de una legalidad paralela carente de validez con la ley de Transitoriedad y la ley de Referéndum aprobadas en el otoño de 2017, como concluyó el Supremo.
«Yo era la presidenta del Parlament y lo único que hice fue admitir a trámite las leyes por mayoría de la Mesa», ha indicado, defendiendo «el derecho del Parlament a hablar de todo», incluido el derecho de autodeterminación, y apuntando que quien aprobó esas leyes fue la mayoría parlamentaria independentista.
Además, cree que la Cámara catalana deberá volver a tratar la cuestión del derecho de autodeterminación, incluso aunque eso tenga consecuencias judiciales para los diputados. «Ni ahora ni nunca podemos renunciar a la libertad de expresión de nuestro Parlament», ha subrayado.
Por último, Forcadell ha declarado que los presos soberanistas podrían «tener un liderazgo ético, moral» en el independentismo, pero no ocupar cargos representativos «desde la cárcel o desde el exilio».