El independentismo ha protagonizado una nueva manifestación multitudinaria en Barcelona, con apelaciones constantes a restaurar su unidad interna, en una Diada en la que ha perdido cierto músculo en la calle: 600.000 personas, según la Guardia Urbana, la cifra más baja desde el inicio del «procés».
El epicentro de la movilización de este miércoles era la plaza Espanya, con seis calles adyacentes (Paral·lel, Creu Coberta, Tarragona, Maria Cristina y Gran Via hasta el paseo de Gràcia) también pobladas de gente con la camiseta azul turquesa, la oficial de la convocatoria.
A pocas semanas de que se conozca la sentencia del Tribunal Supremo tras el juicio del «procés», que las fuerzas independentistas prevén que sea el catalizador de nuevas movilizaciones reivindicativas, la Diada de este año ha servido para calibrar el estado de ánimo en las filas soberanistas.
Unas bases independentistas en buena medida desconcertadas por la desunión y los reproches cruzados entre los principales actores de este espacio político, especialmente JxCat y ERC, que aún no han logrado consensuar una estrategia conjunta de respuesta a las posibles condenas a los líderes del «procés», mientras la CUP acusa a ambos socios del Govern de dejar aparcada la vía unilateral.
Como prueba de esta división, en los últimos días el presidente de ERC, Oriol Junqueras, en prisión preventiva y pendiente de la sentencia, y el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, desde Bélgica, habían polemizado sobre si conviene o no convocar elecciones anticipadas en Cataluña como respuesta al Supremo.
La ANC, la entidad que ahora preside Elisenda Paluzie y que desde 2012 viene organizando masivas demostraciones de fuerza en la calle cada Diada, había convocado la manifestación de este año bajo el lema «Objetivo Independencia», para reclamar «unidad estratégica».
En su discurso desde el escenario instalado en la avenida Maria Cristina, Paluzie ha reprochado a los partidos que «discutan en público el reparto de las migajas» en vez de trabajar por la independencia, un objetivo hacia el cual no solo no se ha «avanzado» desde octubre de 2017 sino que se han dado «pasos atrás».
Tras reconocer que ha sido la manifestación «más difícil» de todas las que ha organizado la ANC, debido al «desánimo, el desencanto y las divisiones» partidistas, Paluzie ha exigido a los partidos que «no desarmen» la vía unilateral hacia la independencia, generando «expectativas de un diálogo que nunca llega o es un simple engaño». Las palabras de la presidenta de la ANC han sido respondidas por el público concentrado con gritos de «Ni un paso atrás».
El «desánimo» al que se refería Paluzie se ha traducido en un descenso del número de manifestantes con respecto a años anteriores, si bien la cifra ofrecida por la Guardia Urbana de Barcelona sigue evidenciando una remarcable capacidad de movilización.
Aun así, los 600.000 manifestantes de hoy quedan muy por detrás de los registros ofrecidos por la Guardia Urbana en las últimas dos Diadas, 2017 y 2018, cuando calcularon un millón de participantes.
De hecho, la de este miércoles es la cifra más baja en una Diada desde 2012, año en el que la Guardia Urbana cifró en 1,5 millones de persones los participantes; hubo 1,6 millones en 2013, 1,8 millones en 2014, 1,4 millones en 2015 y más de 800.000 personas en 2016.
Justo antes de participar en la manifestación, el presidente de la Generalitat, Quim Torra, ha afirmado que la Diada marca un punto de inflexión y ha destacado que, a partir de ahora, centrará su acción en «el objetivo de la independencia» y «el ejercicio de la autodeterminación»: «Hoy se cierra una etapa y se empieza a responder ya a las sentencias», ha garantizado.
Las celebraciones oficiales de la Diada se cerrarán esta noche a las 22.00 horas con el acto institucional en la plaza Sant Jaume de Barcelona, que encabezarán Torra, y el presidente del Parlament, Roger Torrent, que ayer tuvo que ser aplazado por la lluvia.