El exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra ha manifestado este lunes en relación con la marcha del expresidente de Cataluña Carles Puigdemont a Bruselas que debe tener «complejo de Dalai Lama» y lo que tiene que asumir es que es un «fracasado».
Guerra ha hecho estas declaraciones en Sevilla antes de intervenir en el acto de presentación del libro 'Estudios en homenaje a Alfonso Guerra. La Constitución: la reforma de la Constitución en España', coordinado por el expresidente de la Junta Rafael Escuredo y el presidente del Consejo Consultivo de Andalucía, Juan Cano Bueso.
Ha indicado, en referencia a Puigdemont, que algunos querían ser «héroes épicos y han terminado como cómicos de una ópera bufa» y han hecho el «ridículo y en política el que hace el ridículo, ya está borrado».
«Han intentado un golpe de estado y la democracia tiene sus resortes para defenderse de un golpe de estado, los ha utilizado y ahora estamos a la espera de unas elecciones, que esperemos que salga bien», ha señalado respecto a la aplicación del artículo 155 de la Constitución, algo que él ha venido defendiendo desde hace tiempo.
Según Guerra, entre las elecciones legislativas y las autonómicas en Cataluña siempre hay un desfase de número de participantes muy importante, lo que le daba una mayoría a los nacionalista, pero esta vez parece que la gente ha «despertado» y ha habido un millón de personas en la calle en defensa de la legalidad y la unidad de España. Por ello, ha confiado en que haya una participación más elevada en las elecciones del 21 de diciembre, con lo que si es así, «los constitucionalistas ganan claramente».
Respecto a la marcha del expresident a Bruselas, ha manifestado que tendrá «complejo de Dalai Lama» y ha agregado que no cree que vaya a pedir ese asilo político porque no cabe entre países de la Unión Europea. «Es un ignorante, no sabe nada», según ha indicado Alfonso Guerra, apuntando que todas las medidas para la localización de personas por parte de la Interpol son las mismas para todos los países europeos.
En tono irónico, ha señalado que Puigdemont puede estar en Bruselas «tomando copas», ya que el otro día estaba diciendo que era el «president y estaba tomando copas en un bar», así que «cualquiera sabe dónde está». «Es un fracasado y tiene que asumirlo, supongo que le será duro, pero tiene que asumirlo», ha señalado el exvicepresidente del Gobierno.
Sobre el hecho de que Miquel Iceta pueda volver a ser el candidato del PSC en las elecciones del 21 de diciembre, ha manifestado que parece que ellos ya lo han decidido.
Durante su intervención en el acto de presentación del libro, Alfonso Guerra ha señalado que el «mayor latrocinio que puede existir en la vida es robar el fuego sagrado de la democracia» y el ejemplo lo hemos tenido con lo ocurrido en Cataluña en los últimos tiempos.
Ha indicado que la descalificación que algunos hacen hoy de la transición política es un claro ejemplo de «culpar a otros de los males propios». En su opinión, sí conviene cambiar algunos aspectos de la Constitución, pero hay que tener claro los objetivos. Ha señalado que no cabe argumentar sólo como razón, para modificar la Carta Magna, que hay una importante población de gente joven que en su día no la votó.
Alfonso Guerra ha señalado además que parece que las élites políticas y periodísticas de este país vinculan la reforma de la Constitución con el reparto del poder entre las comunidades y el estado, cuando hay muchas cosas más, y ha manifestado que no entiende muy bien lo que quiere decir «el encaje de Cataluña en España». Asimismo, ha abogado por la supresión del Senado porque no es una cámara con utilidad.
El exvicepresidente considera en el libro que «los cambios que han de adoptarse ante una eventual reforma constitucional, en el supuesto de realizarse, se han de hacer mediante el correspondiente consenso y acuerdo mayoritario de las fuerzas políticas en presencia y nunca para contentar a las minorías nacionalistas o independentistas».
Una reforma constitucional que recoja las singularidades de un Estado plural, pero sin otorgar privilegios para algunos en detrimento del resto, sino que consolide los principios de libertad e igualdad, de forma que el conjunto de la ciudadanía disfrute de los mismos derechos en cualquier parte del territorio patrio.
La publicación se ha presentado en la Casa de la Provincia de Sevilla, donde el presidente de la Diputación Provincial, Fernando Rodríguez Villalobos, ha ejercido de anfitrión y ha dado la bienvenida tanto a los participantes como al público.
Por su parte, el vicepresidente de la Junta y consejero de Presidencia, Administración Local y Memoria Democrática, Manuel Jiménez Barrios, ha indicado que, sin duda, el Gobierno andaluz está muy preocupado por la situación que estamos viviendo y ha reivindicado que el papel de Andalucía debe ser «potente, fuerte y vigilante» en el conjunto de España.
Ha insistido en que Andalucía no va a permitir ningún tipo de desigualdad entre territorios y por ello estará vigilante. Ha apuntado que esa igualdad que se reivindicó en las manifestaciones del 4 de diciembre de 1977 está hoy vigente.
El expresidente de la Junta Rafael Escuredo ha manifestado, ante la situación que se vive en Cataluña, que hay que respetar la Constitución y el estado de derecho y ha expresado que le da «vergüenza» lo que se ha vivido con el desafío independentista. Ha criticado a los «egos adanistas que quieren derribar» el pacto constitucional del 78.
Por su parte, Juan Cano Bueso, ha indicado que un grupo de juristas de reconocido prestigio contribuye a la publicación, tan oportuna en los tiempos políticos que España está viviendo, abordando su temática central, la reforma de la Constitución de 1978, desde una perspectiva seria y rigurosa. Entre ellos: Francisco Rubio Llorente, Luis Fajardo Spínola, Fernando Ledesma, Juan José Solozábal, Javier Ruipérez, Francesc de Carreras o Álvaro Rodríguez Bereijo.
Este trabajo parte de la tesis de que la Constitución del 78 nunca ha querido ser 'un lugar de confrontación entre españoles, sino un punto de encuentro para la reconciliación de todos ellos', con el interés de la nación antepuesto a las diferencias ideológicas y partidarias de los constituyentes. Surge así una Carta Magna fruto del consenso y del acuerdo entre toda la clase política, que ha soportado con notable éxito el paso del tiempo y permitido que España alcance las mayores cotas de bienestar económico, social y cultural, junto a la convivencia pacífica.