La directora de cine Isabel Coixet ha publicado este martes una carta en El País en la que se lamenta del «odio», el «miedo» y, en ocasiones, los insultos, que padecen muchos catalanes que, como ella, se ven abocados a pagar «un alto precio» por decir «con respeto y honestidad lo que uno piensa».
Bajo el título de «Tierra de nadie», la directora comienza su misiva afirmando que escribe «con la cara encendida. No de vergüenza, sino de rabia», al verse insultada por «individuos con banderas esteladas atadas al cuello» que la gritan «fascista» delante de su casa, sin tan siquiera conocerla.
Asegura Coixet que ese «pensamiento único del independentismo», plasmado en «insultos y descalificaciones» lo lleva padeciendo desde hace tiempo, cuando firmó el manifiesto del Foro Babel «(que -dice- pedía un bilingüismo real)» y que al igual que ella lo soportan todos los que «no seguimos el pensamiento único del independentismo y manifestamos nuestro desacuerdo».
«Y en estos últimos meses el odio que hemos suscitado está alcanzando cotas inusitadas», continúa la directora en su carta, donde expresa su perplejidad al comprobar que «el precio a pagar por decir con respeto y con honestidad lo que uno piensa iba a ser tan alto».
Asegura además que hasta ahora estaba siendo objeto de un «linchamiento mediático» a través de las redes sociales y por ello dejó de tener Facebook, Twitter o WhatsApp e incluso, que llegaron a «hackearle» este último atribuyéndole un texto que ella no ha escrito.
«Pero esta es la tercera vez que me gritan fascista en lo que va de semana (la primera que contesto) y hay algo en mí que se está rompiendo. Me doy cuenta con una claridad espeluznante que, pase lo que pase, no hay sitio para mí ni para nadie que se atreva a pensar por su cuenta en este lugar que me ha visto nacer», añade la directora.
Recuerda más adelante que ha condenado «absolutamente la brutalidad policial» o que ha pedido «(ya desde mucho antes que todo esto pasara) la dimisión inmediata de Rajoy», pero que, al no condenar «la actuación del Govern» se ha convertido «inmediatamente» en un «enemigo, fascista, fascistoide, franquista, la hez» para sus propios conciudadanos.
Un sentimiento de «miedo» que Coixet afirma comparten con ella «los que callan y en secreto vienen a decirte que están contigo, que te agradecen lo que haces, que ni en la intimidad del hogar pueden hablar para que los niños no les oigan y en el cole no se metan con ellos».
«No hablo de anécdotas: esta es la realidad que vivimos los de aquí. La fractura pasmosa de una sociedad que convivía en paz y sin temores, con diferencias lógicas de opiniones y valores y criterios, pero con respeto», añade la misiva.
Ante todo ello, la directora se muestra decidida «a minimizar lo que me pasa para no alimentar más el monstruo del odio que no me haría diferente de los que me insultan» y a no cambiar «por nada esta seca y silenciosa tierra de nadie en la que me hallo».
Una tierra, concluye la carta de Coixet, «en la que sé que muchos nos hallamos, en la que no suenan himnos ni gritos ni proclamas, en donde el aire solo mueve banderas blancas que susurran al viento «socorro» con la vana esperanza de que alguien, en algún lugar, alguna vez, antes de que sea demasiado tarde, las escuche».