Javier Limón, el marido de la auxiliar de enfermería contagiada de ébola tras atender a los dos religiosos españoles repatriados, ha pedido este lunes al consejero de Sanidad madrileño, Javier Rodríguez, que «tenga pundonor» y dimita.
La petición en nombre de Limón la ha hecho María Teresa Mesa, amiga de la familia que ha leído una carta a las puertas del hospital Carlos III tras visitarle, con el preceptivo traje de protección, en la habitación de la quinta planta donde permanece aislado y asintomático.
Mesa ya visitó a Limón el domingo y leyó otro comunicado en el que agradecía al personal sanitario y a la prensa el trabajo que están desarrollando.
Como hizo la víspera, en la misiva Limón ha vuelto a agradecer a los sanitarios del hospital su trabajo porque ha sido su «mejor compañía en estos momentos de soledad».
Dice que está escribiendo porque no quiere que «esto se quede así», porque está «sufriendo muchísimo, sobre todo por la dignidad de Teresa».
Rodríguez dijo que la auxiliar de enfermería pudo mentir sobre su estado de salud, aunque luego matizó sus palabras y apuntó que la mujer había ocultado información sobre el contagio.
«Señor consejero de Sanidad, Javier Rodríguez, me dirijo a usted para mostrarle mi respeto y admiración y suplicarle desde la ignorancia de un soldador y de su mujer que se debate entre la vida y la muerte», reza la carta.
«Le invito a que me explique cómo se pone el traje, porque desgraciadamente mi mujer no ha hecho ningún máster. Teresa ha tenido media hora o poco más, a través de una compañera, para aprender a ponerse el traje, y una vocación y humildad de la que usted carece», explica.
«Dice usted que nos fuimos de vacaciones y que por eso no estaba tan mala, solo tenía ébola, y que se fue a la peluquería», añade para reprocharle al consejero que ni él, ni el protocolo «ni nadie» les advirtió de que no podían irse de vacaciones o a la peluquería.
«Cuando ahora sé que en otros países se pone en cuarentena a los sanitarios, yo, que solo soy un soldador, entiendo que si se hubiera hecho» la vida de su mujer no correría peligro y Excalibur (el perro sacrificado por orden de las autoridades sanitarias) seguiría vivo, sostiene Limón.
«Yo, a diferencia de usted, no estoy bien comido, porque mi mujer se debate entre la vida y la muerte, por lo que no me pasa la comida; y estoy mal bebido porque no me quedan líquidos de tanto llorar. Lo único que estoy es bien fastidiado, pero le tengo respeto, cosa que usted no ha tenido con Teresa», concluye la carta antes de señalar: «Tenga usted pundonor y dimita».
Tras leer la carta a los medios de comunicación a las puertas del hospital, la amiga de la pareja ha dicho que Teresa Romero está más animada y que los médicos están preocupados por el «edema pulmonar» que presenta.