El término nini, aquél que empezó a usarse para los jóvenes que ni estudiaban ni trabajaban porque no querían, tiene ahora, en época de crisis, un significado más profundo y preocupante, pues engloba también a aquellos que, incluso con una carrera terminada, ni pueden pagar más estudios ni logran un empleo.
«Muchos chicos y chicas pueden entrar en la etiqueta de nini pero no porque ellos quieran, sino porque se están quedando sin futuro», asegura el portavoz de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa), José Luis Pazos, que reconoce que los padres están «muy intranquilos» ante este panorama.
«Antes les decíamos que estudiaran porque eso les garantizaba un futuro y ahora el mensaje es estudia porque, si no, no tendrás futuro; no sabemos si bueno o malo, pero si no estudian no tendrán futuro», recalca.
Desde los universitarios, el presidente de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas (Creup), Luis Cereijo, afirma que los jóvenes han hecho lo que les han dicho: «estudiar y buscar una cualificación que aporte a nuestra sociedad un valor añadido en nuestro ejercicio profesional».
«Nos sentimos estafados. Nadie estudia pensando en implementar lo aprendido en París o Alemania, vamos a la universidad para mejorar nuestros barrios, ciudades, nuestro país, y el Estado nos impide poder desarrollar nuestro proyecto profesional y de vida en casa», relata.
El presidente de la Federación de Asociaciones de Estudiantes Progresistas (Faest), Alejandro Delgado, señala que «sí quieren estudiar y trabajar», y pone como ejemplo la emigración de recién titulados españoles, el llamado «exilio económico».
Delgado rechaza que se siga utilizando la palabra nini de forma un tanto frívola y recuerda que muchos jóvenes «obligados» a salir del país quieren volver pero se encuentran con el desempleo.
Los últimos datos recogidos por la OCDE en su reciente informe «Panorama de la Educación 2014» concluyen que el porcentaje de jóvenes españoles de entre 15 y 29 años que ni estudian ni trabajan sigue creciendo.
En 2010, el 23,7 % de los jóvenes citados era nini y en 2012 pasó al 25,8 %, una cifra que sitúa a nuestro país a la cabeza de Europa en este negativo aspecto, estando Italia por detrás con 24,6 %.
En contraste con otros países, la mayor parte de los ninis españoles se encuentran en el paro (19 % frente al 6 % de la media de la OCDE), aunque el estudio lo achaca a la alta tasa de temporalidad que existe en el empleo juvenil.
¿Qué consejos se pueden dar a unos padres cuando los hijos no quieren estudiar ni trabajar o, por el contrario, sí quieren pero no pueden por la crisis?.
El filósofo y pedagogo José Antonio Marina confiesa que los consejos generales tienen poca eficacia porque hay «muchas circunstancias diferentes» como la edad, el nivel económico de la familia o el por qué se ha llegado a que un chico sea nini.
«Decir que no le gusta estudiar o que no sirve para estudiar o que es un vago no son respuestas aceptables», según Marina, aunque aconseja que si es un joven que se «cierra en banda» se establezca un contrato -pactado y firmado- en el que se fije la conducta que se quiere corregir o fomentar y las consecuencias positivas o negativas que habrá tras cumplir el compromiso.
Si hablamos de jóvenes tocados por la crisis pero que no quieren ser ninis, es importante que mantengan una «actitud activa» porque el «comprensible desánimo» puede llevar a una «pasividad muy peligrosa», comenta Marina, que preside la Fundación Universidad de Padres (para familias con hijos de 0 a 16 años).
«Tienen que insistir en la búsqueda» y aprender cosas que puedan facilitarles la empleabilidad como los idiomas, apunta Marina, que insiste que hay que estar dispuestos a «aceptar cualquier trabajo» porque cada vez se valora más en los currículos los intentos que ha hecho una persona para trabajar.
Hay jóvenes cualificados y quieren trabajar, subraya Alejandro Delgado, que enfatiza: «no cabe en ninguna cabeza que un joven que dedica parte de su vida a formarse no quiera trabajar».