La Unión Sindical de Controladores Aéreos (USCA) ha solicitado en un Juzgado de Madrid el archivo de la investigación sobre el supuesto abandono de sus puestos de trabajo por los controladores aéreos en el puente de la Constitución de 2010.
En el escrito presentado en el Juzgado de Instrucción número 3 bis de Madrid, el abogado de la USCA, José Antonio Choclán, sostiene que no hubo ningún «plante» por parte de los controladores y que el cierre del espacio aéreo fue una decisión «unilateral» de AENA.
Un total de diecinueve juzgados y fiscalías de toda España, donde se han visto procedimientos judiciales contra los controladores aéreos, han estimado que no había delito y han decretado el cierre de las causas, detalla Choclán.
Los diecinueve juzgados y fiscalías de municipios donde Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) tenía instalaciones aeroportuarias han considerado de forma casi unánime que no hubo huelga, no hubo sedición y tampoco hubo abandono físico o funcional, individual o colectivo, de sus puestos de trabajo por los controladores aéreos.
Así ha ocurrido en Valencia, Burgos, Álava, Cantabria, Asturias, Alicante, Andalucía, Vigo, Reus, Sevilla, Santiago de Compostela, Granadilla de Abona (Canarias), San Cristóbal de la Laguna, El Prat de Llobregat, Málaga, Sabadell, Bilbao, Santiago de Compostela y Santa Coloma de Farners (Girona).
En la actualidad, tan solo quedan cuatro casos pendientes: Madrid, Baleares, Barcelona y Málaga.
En el recurso para pedir el archivo de las actuaciones contra los controladores aéreos de Madrid, el letrado recoge las declaraciones judiciales de la directora de Navegación Aérea, Carmen Librero, del director regional de AENA, Gabriel Novelles, y del jefe de división ATS en la región centro norte, Antonio Almodóvar.
Todas ellas demuestran que no se produjo «un abandono masivo» de sus puestos de trabajo por los controladores y que el tránsito aéreo fue interrumpido como consecuencia del cierre del espacio aéreo, que fue acordado por los directivos de la empresa.
El escrito incorpora un informe pericial del profesor y psicólogo Iñaki Piñuel, sobre la situación que vivieron estos profesionales los días 3 y 4 de diciembre de 2010 y que resalta que los controladores aéreos «fueron socialmente satanizados y convertidos en cabezas de turco» de aquellos sucesos.
En un dictamen de 72 folios, el psicólogo indica que «la existencia de un grave conflicto laboral larvado y prolongado en el tiempo» fue un factor que terminó «minando la resistencia psicológica de este colectivo y afectando a su capacidad psicofísica para controlar en condiciones de seguridad el tráfico aéreo».
Piñuel sostiene en sus conclusiones que los diferentes cambios de medidas y contramedidas legales y administrativas «de forma unilateral y urgente» generaron «inseguridad, precariedad e incertidumbre» entre los controladores aéreos.
El experto destaca el impacto psicológico que se produce el 3 de diciembre de 2010 a partir del momento en que AENA decide cerrar el espacio aéreo se incrementa cuando desde el Ministerio de Fomento se acusa a los controladores de ser los responsables del caos aéreo.
A lo largo de varios meses, según Piñuel, AENA y el Ministerio de Fomento lanzaron «una campaña mediática» que alimentaba «una creciente animadversión y hostilidad social» hacia los controladores aéreos, a los que se acusó de ser trabajadores «privilegiados, caprichosos, insolidarios y egoístas».
Para el perito, las especiales circunstancias de crisis económica, recesión y paro por las que atravesaba el país en el momento de producirse estas actuaciones reforzaron el proceso de «estigmatización» del colectivo.
Los días 3 y 4 de diciembre de 2010, en opinión de Piñuel, se produjo «una situación de shock emocional, crisis y alteración extraordinaria de las capacidades habituales», todos ellos elementos incompatibles con «la fría y racional deliberación de un grupo para actuar de forma sincronizada y concertada».
El psicólogo atribuye la presentación de numerosos formularios de disminución de la capacidad psicofísica por parte de los controladores aéreos a «la indefensión psicológica, el miedo, el terror y el pánico» ante sucesos «estresantes y desestabilizadores» para cualquier ser humano promedio.