El Príncipe de Asturias ha instado este sábado a la sociedad española a que no se deje llevar por el desánimo. «Esa España desmoralizada de la que se nos habla no es la España verdadera», ha dicho en la localidad asturiana de Teverga, a la que ha acudido junto a Doña Letizia para hacer entrega del Premio al Pueblo Ejemplar que otorga la Fundación Príncipe de Asturias.
En su discurso, Don Felipe ha puesto precisamente a Teverga como ejemplo de la manera en la que hay que enfrentarse a los desafíos, logrando «vencer a la desesperanza». Ha hecho alusión así a las dificultades que han pasado en la zona por el abandono de las minas del carbón, que fueron motor económico en la zona.
Para el Príncipe de Asturias la «verdadera España» es la que «está en el fondo de la sociedad, en su alma, consciente de los problemas pero firme en sus convicciones y decidida a superar las dificultades; que si es verdad que son muy grandes, no es menos cierto que no son invencibles».
Según Don Felipe, hay voces que pretenden convencer a los ciudadanos que se va, irremediablemente, hacia una sociedad sin futuro. «No debemos dejarnos llevar por el desánimo, no podemos permitir que puedan ser ciertos esos presagios tan desalentadores», ha apuntado. La clave para ello, ha explicado, es «vencer al pesimismo, a la desilusión y al desencanto».
Solidaridad con las cuencas mineras
El Príncipe ha querido recordar a quienes en las cuencas mineras viven tiempos difíciles, agravados por la crisis económica general. «Conocemos sus problemas, y nos solidarizamos con quienes los sufren, pues sabemos cómo está desapareciendo la forma de vida que se ha mantenido en ellas durante tantos años», ha señalado Don Felipe.
Ha dicho que en esas zonas conservan vivo su espíritu y fortaleza. «Con ese bagaje ético, construido sobre la fraternidad y la confianza, los trabajadores de las cuencas encontrarán, también, estamos seguros, nuevos caminos para emprender; caminos para imaginar y crear nuevas formas de trabajo y de prosperidad. Porque no hay futuro sin ideales y sin sueños, sin una convivencia sosegada y fraterna», ha concluido.