La Sección Segunda de Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha dado por cerrado el caso Sintel después de que los extrabajadores de la empresa -antigua filial de Telefónica- hayan aceptado una indemnización de 35 millones de euros en compensación por los daños que les causó el cierre, han informado fuentes jurídicas.
La empresa MasTec hará entrega de la cantidad acordada el próximo día 14 de junio. La Fiscalía Anticorrupción citará entonces a todos los afectados, incluidos aquellos trabajadores que no estaban representados en la causa instruida por la Audiencia Nacional, para cerrar con ellos la cuantía de sus compensaciones individuales.
El conflicto tiene su origen en abril de 1996, cuando Sintel fue vendida a MasTec, firma propiedad de Mas Canosa, que la adquirió a través de su filial MasTec International, creada únicamente para gestionar la compra. La operación dejó a 1.828 trabajadores sin empleo y un déficit patrimonial de casi 60 millones de euros.
El acuerdo permite la suspensión del juicio que debía dar comienzo el próximo 20 de junio contra los ocho antiguos directivos de la empresa a los que se acusaba de la comisión de delitos societarios, de insolvencia punible y contra la Hacienda Pública.
Los acusados eran los hijos del empresario cubano exiliado en Estados Unidos Jorge Mas Canosa ya fallecido, Jorge y Juan Carlos Mas Santos, el expresidente y exconsejero delegado de la sociedad creada para gestionar la compra de Sintel a Telefónica en 1996, MasTec Internacional.
También debían sentarse en el banquillo el exvicepresidente de Sintel José Miguel Sariego y los miembros del consejo de administración Juan Antonio Casanova de San Simón, Joel Tomas Citron, Ricardo Campos Dufau, Alfredo Flórez Plaza, así como el exdirector financiero y apoderado de Sintel Pedro José Novela Berlín.
En mayo de 2001 un tribunal declaró la quiebra de Sintel, que dejó a 1.788 acreedores y a 1.828 trabajadores afectados distribuidos por todo el territorio nacional, cuya situación y reivindicación les llevó a acampar durante seis meses en el madrileño Paseo de la Castellana, en lo que se llamó 'el Campamento de la Esperanza'.