Después de tres semanas de velados ofrecimientos de ayuda europea para sanear la banca española y de reticencias del Gobierno, Mariano Rajoy ya sabe que hay disponibles hasta 100.000 millones de euros de fondos comunitarios para recapitalizar las entidades y calmar a los mercados.
Fue el presidente francés, François Hollande, quien el 18 de mayo, después de reunirse en Washington con el presidente de EEUU, Barack Obama, manifestó por primera vez que sería «deseable» inyectar dinero en la banca española y sugirió que se hiciese con fondos europeos.
Rajoy, que acababa de llegar a Chicago para participar en la cumbre de la OTAN, cuestionó los conocimientos de Hollande sobre el sistema financiero español y recordó que el Ejecutivo había encargado evaluaciones externas para conocer con exactitud la situación del sector.
Un ejercicio de transparencia que contaba además con el aval de la canciller alemana, Angela Merkel, según manifestó Rajoy tras reunirse con ella a bordo de un barco en el río Chicago.
El presidente instó incluso públicamente a otros países europeos a seguir el ejemplo de España y centró su mensaje en el Banco Central Europeo, a quien reclamó que apoyara a los países y entidades financieras con problemas para refinanciar su deuda en los mercados.
A partir de entonces el Gobierno unificó su mensaje para subrayar la necesidad de que la UE avanzara hacia una unión bancaria, aunque era consciente de que ese proceso se podría dilatar demasiado.
No obstante, camino de la cumbre informal europea que se celebró el 23 de mayo en Bruselas, Rajoy se reunió en el Elíseo con Hollande e insistió en que no preveía en ese momento acudir a los fondos europeos para recapitalizar a los bancos.
Pero los mercados no daban tregua. Sobre todo después de que el viernes 25 de mayo Bankia hiciera público que necesitaba 19.000 millones de euros, muy por encima de las estimaciones de Economía, que auguraba días antes que bastaría con unos 15.000 millones para sanear todo el sector.
El lunes 28 de mayo la prima de riesgo cerró por vez primera por encima de los 500 puntos básicos desde la creación del euro y el presidente del Gobierno decidió ofrecer una rueda de prensa, la primera que protagonizaba en solitario en España, para intentar tranquilizar a los inversores.
Sin embargo, siguió defendiendo la autosuficiencia del país: «no va a haber ningún rescate de la banca española».
Dos días después, la prima de riesgo volvió a batir otro récord -con 538 puntos al cierre-, un diferencial que, unido a la petición de capital de Bankia, evidenciaba que el país no podría hacer frente por sí solo al saneamiento de su sector financiero.
El viaje del ministro de Economía, Luis de Guindos, a Berlín levantaba las sospechas de que España podía estar intentando convencer a Alemania de que el país no necesitaba un rescate al uso y que bastaría con una ayuda a la banca, fórmula que no gustaba a la canciller, Angela Merkel.
De vuelta en España, De Guindos reconoció que el futuro del euro se iba a jugar «en las próximas semanas en España e Italia».
Mientras, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, recibía en Washington el respaldo del FMI y de las autoridades de EEUU, que apoyaron que los bancos pudieran acudir directamente a fondos europeos evitando así una intervención del país.
Cuando los mercados comenzaron a ver que había una opción real de que la banca española recibiera ayuda europea, la tensión se relajó y la prima de riesgo se alejó tímidamente de la cota de los 500 puntos básicos.
Ya nadie en el Gobierno negaba que se pudieran solicitar fondos comunitarios, pero tanto Moncloa como Economía rechazaban dar cifras hasta contar con el informe del FMI sobre el sector financiero -previsto para el próximo lunes- y con las evaluaciones encargadas a consultoras extranjeras -que deberían estar a más tardar el 21 de junio-.
Ayer mismo, tras el Consejo de Ministros, Sáenz de Santamaría aseguraba que no había una decisión tomada e incluso negaba que el Eurogrupo fuera a reunirse este fin de semana.
Mientras, desde el otro lado del Atlántico, Obama urgía a los líderes europeos a tomar «acciones claras, cuanto antes, para inyectar capital en los bancos débiles».
Finalmente el FMI adelantó anoche la publicación de su informe y, en teleconferencia, el Eurogrupo ha ofrecido a España hasta 100.000 millones de euros.