El colectivo de presos de ETA se encuentra inmerso en un debate que finaliza en septiembre y que tiene como objetivo decidir si la banda terrorista anuncia su disolución o continúa con la estrategia de atentados hasta que exista una política penitenciaria nueva, según una información de RTVE.
ETA ha decidido dejar en manos de sus presos la decisión más compleja de su historia: dejar las armas o continuar con atentados.
La banda no dispone de perfiles humanos con el poder suficiente para tomar una decisión de tanto calado y ha dejado la decisión final a sus presos. Por el momento y hasta entonces no se espera que ETA dé ningún tipo de paso hacia su disolución.
Los expertos policiales consideran que la línea dura de los presos, los que dirigen el colectivo en los módulos de las prisiones, coordina el debate, y que la apuesta es permanecer en tregua hasta ver lo que decide el próximo Gobierno respecto a una negociación.
La prueba definitiva sería que el colectivo de presos se integre en el Acuerdo de Gernika, que aboga por el final definitivo de ETA. Mientras ese pronunciamiento no sea efectivo, la disolución de ETA está en un horizonde lejano.
Arantza Zulueta era, hasta su detención, la persona encargada por ETA de coordinar la recogida de aportaciones en todas las cárceles.
En el juicio a Bateragune, Otegi intentó marcar distancias con la estrategia de ETA, y eso no ha gustado mucho a la línea de dura de presos, que no ve una salida clara a su situación, mientras que la parte política de Bildu ya gobierna en muchos sitios.
Representantes del colectivo de familiares de presos de ETA Etxerat denunciaron ayer el «presunto robo o asalto» a su sede de Vitoria y «el aumento de la presión y el hostigamiento» hacia este colectivo.
En una comparecencia de prensa, explicaron que el «presunto robo» tuvo lugar el jueves pasado, después de que comenzaran las fiestas de Vitoria, en las que la presencia de familiares de presos de ETA en el lanzamiento del chupinazo, invitados por Bildu, generó críticas.