El nuevo alcalde de Barcelona, Xavier Trias (CiU), se estrenó en el cargo ayer tendiendo la mano tanto a los grupos de la oposición como a todos los ciudadanos que se sientan indignados, para consensuar con todos ellos un nuevo modelo de ciudad.
En su discurso de investidura, se puso a disposición de todos los grupos para alcanzar «grandes consensos», por lo que recordó como precedentes el pacto de inmigración y el de infraestructuras del mandato que ha acabado: «Somos conscientes de que estamos lejos de la mayoría absoluta y no gobernaremos desde la soledad».
Paralelamente, pidió a los concejales que escuchen a la gente y subrayó el nombramiento de un comisionado de Participación Ciudadana para canalizar las demandas.
Hizo suyo el primer discurso de investidura de su antecesor Pasqual Maragall (1983) para pedir a sus concejales que salgan de los despachos a «la calle», ahora que se habla de 'democracia real' a raíz del movimiento de 'indignados' del 15M, aunque la indignación debe ejercerse desde el respeto a la libertad de expresión y al Estado de derecho.