El 59% de los padres creen que sus hijos tienen que «espabilarse» y tener un papel activo en la salida de la crisis porque están convencidos de que en el futuro contarán con una menor protección social de la que ellos han tenido, según concluye una investigación para analizar el bienestar en España.
El estudio, realizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) y Obra Social Caja Madrid, muestra cómo ha vivido la sociedad española la crisis a través del diálogo que han mantenido trece grupos de padres e hijos en dos fases: febrero de 2009 y diciembre de 2010.
La mayoría se muestra convencida de que sus hijos, que considera que están «sobreprotegidos e infantilizados», contarán con una menor protección social y tendrán peores oportunidades comparadas con las propias.
Amparo paterno
«Hasta ahora parte de los ingresos de los jóvenes revertían en su ocio porque vivían en casa de sus padres y empleaban el dinero para su consumo. Ahora los padres quieren que lo empleen en buscarse la vida o en pagar un alquiler», explica Eusebio Megías.
El estudio expone una primera fase en la que los españoles perciben la crisis como algo «teórico» hasta que en mayo de 2010 -coincidiendo con la intervención del presidente del Gobierno anunciando diversas medidas- marca un punto de inflexión, en el que «la crisis se hace real».
«Hasta ese momento se ve el problema acotado a otros grupos -como los inmigrantes-, pero el conjunto de la sociedad española piensa que está a salvo», añade.
Por ello, en ese periodo -indica- la mayoría de los españoles no modificaron su forma de vida, porque se piensa que la crisis va a pasar, y se reclama al Estado que solucione el problema y garantice el bienestar, regulando los procesos sociales como la inmigración y el desempleo.
«Cuando la crisis se hace real, la gente pasa de ser observador a vivir el problema, porque le afecta, ya que vivimos por encima de nuestras posibilidades», expone el estudio, que plantea que en España impacta más que en otros países porque partíamos de una situación «muy autocomplaciente».
Respecto a los hijos, si antes de la crisis se defiende la idea de que hay que protegerles para que estudien y darles todo tipo de facilidades, a partir de mayo de 2010 la investigación detecta un cambio en esta percepción de la situación y reclama a esa «juventud anestesiada» que protagonice el cambio.