El compromiso que Artur Mas arrancó el lunes a Rodríguez Zapatero para que Catalunya pueda emitir deuda ha obligado al Gobierno a hacer encaje de bolillos y a optar finalmente por el café -en este caso la deuda- para todos. Y es que el Ejecutivo no solo se enfrenta a la ira del resto de las autonomías, que perciben un «trato de favor» en esta autorización de deuda a Catalunya, sino que ese compromiso encaja con dificultad en el acuerdo del Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) y en las nuevas reglas fijadas por Gobierno y autonomías.
Para saltarse estas reglas, lo que ahora dice el Ministerio de Economía es que lo que se autorizará a Catalunya no serán nuevas emisiones de deuda, sino refinanciación de la deuda actual. Es decir, solo podrán emitir deuda para financiar los vencimientos que se produzcan en el ejercicio.
Duras reacciones
Representantes políticos de varias comunidades autónomas, la mayoría del PP, cargaron ayer contra los «privilegios» que a su juicio suponen para Catalunya, en detrimento de otras autonomías, la posibilidad de emitir deuda, después de que así lo acordaran Zapatero, y el de la Generalitat, Artur Mas, en una reunión este lunes en La Moncloa.
Un trato de favor que desde Catalunya se apresuró a negar ayer a través del portavoz del Govern, Francesc Homs, para quien lo único que pide la Generalitat es que se cumpla con la normativa y el acuerdo de financiación autonómica vigentes, por lo que asegurar que tiene privilegios es «desconocer» las leyes españolas. También el Gobierno negó que se esté dando un trato favorable a Catalunya a la hora de autorizar nuevas emisiones de deuda, ya que todas las comunidades autónomas se rigen por las mismas reglas de juego, según fuentes del Ejecutivo.
Pero lo cierto es que el acuerdo Zapatero-Mas ha suscitado un aluvión de reacciones en cadena concretamente de nueve autonomías y que comenzó el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón.