El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón defendió ayer durante casi cuatro horas su competencia para investigar las fosas del franquismo ante el instructor del Tribunal Supremo Luciano Varela, que instruye la querella interpuesta por el sindicato Manos Limpias y la asociación Libertad e Identidad, en la que se le acusa de un delito de prevaricación en relación con la causa abierta por este magistrado por las desapariciones tras la Guerra Civil.
Garzón llegó en coche al tribunal a las doce y cuarto de la mañana. Momentos antes lo hizo su abogado, Gonzalo Martínez Fresneda, quien señaló que durante la comparecencia el juez se limitaría a contestar a las preguntas que le realizaran las partes. «Hoy es un día de hechos, no de argumentos», indicó el letrado.
La comparecencia del magistrado reunió a las puertas de los juzgados a detractores y defensores del juez. A éstos últimos un anciano que se encontraba en la zona les espetó: «Reconoceréis que, como dictador, Franco fue insuperable».
Según fuentes de la acusación, Garzón negó firmemente haber incurrido en prevaricación alguna y se negó a contestar a la batería de 150 preguntas que llevó preparadas el abogado de las dos acusaciones populares, Jaime Alonso, y tan sólo atendió a las cuestiones planteadas por el instructor, el fiscal Luis Navajas y su propia defensa.
Entre las preguntas preparadas por el abogado de Manos Limpias, destaca una en la que se inquiere al juez sobre si pretendía practicar una autopsia de cada fallecido que encontrara. Se le quería preguntar también si tenía la seguridad de que «por todos y cada uno de los hechos de Paracuellos habían sido juzgados todos sus posibles responsables».