El Gobierno anunció ayer que cerrará la central nuclear de Garoña (Burgos) el 5 de julio de 2013, fecha para la que el Ejecutivo tendrá listo un plan industrial que garantizará el empleo «a cada uno de los trabajadores» de la planta. Este plan será consensuado con los agentes sociales, económicos y la Junta de Castilla y León.
Los encargados de hacer pública esta decisión han sido los ministros de Industria, Miguel Sebastián, y el de Trabajo, Celestino Corbacho, un anuncio que no ha gustado a casi nadie.
Sebastián recalcó que ésta es «técnicamente justificable y energéticamente asumible». Además, la decisión es «políticamente coherente y laboralmente responsable» porque cumple con el compromiso electoral del PSOE de cerrar las plantas nucleares al final de «su vida útil» y concede «un tiempo más que razonable» para sustituir esta energía por otra más limpia y asegurar el futuro de los trabajadores de la comarca.
Al margen del futuro de Garoña, Sebastián dejó claro que el resto de centrales pondrán seguir operando hasta cumplir su vida útil, siempre que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) no recomiende lo contrario.