Los nuevos ministros del Gobierno tomaron ayer el relevo de sus antecesores arropados en todo momento por los demás miembros de la Ejecutiva, pero ayer fue día también de despedidas, algunas emocionadas, otras aliviadas y todas con humor.
Bernat Soria, a quien releva Trinidad Jiménez, se permitió incluso bromear con la prensa que le ha traído siempre, dada su timidez, por el camino de la amargura. El ya ex ministro sacó su cámara de fotos e inmortalizó a los periodistas y reporteros gráficos permitiéndose, incluso, decirles cómo debían colocarse. A su sucesora, Soria le advirtió de que, tras las bienvenidas, le esperaba «una larga tortura» en el cargo y después su 'muerte política'.
Magdalena Àlvarez, que tuvo que 'tragar' con la presencia de su acérrima enemiga, Esperanza Aguirre, en el acto, protagonizó otra de las anécdotas. Al no localizar a su sucesor y preguntar: «¿Dónde estás?», José Blanco le contestó: «A tu izquierda», a lo que ella añadió «Eso está muy bien».
Una emocionada Mercedes Cabrera cedió el testigo a Àngel Gabilondo, quien le respondió con elogios, destacando su labor, en especial, su «siempre presente y discreto» estilo, «algo que yo no sé hacer».
«Bienvenida a esta casa que no te es tan ajena, vienes a tu propia casa». Con estas palabras, César Antonio Molina ofreció el relevo a González-Sinde, que cumplía años en la jornada de hoy.
Molina bromeó durante la toma de posesión, al señalar que más que una cartera, acababa de entregar a la nueva ministra «una claqueta, porque para ella se abre ahora un gran guión de una gran película». Solbes, por su parte, también admitió estar emocionado y tener «sentimientos encontrados» por su marcha, y dijo irse «razonablemente satisfecho» con su labor, en la que, reconoció, ha habido aciertos y errores.
«A ciertas edades hay que plantearse otras cosas que hacer en la vida», dijo.