EFE-BILBAO
El PNV y el PSE-EE reafirmaron ayer su intención de iniciar sendas rondas de negociaciones con el resto de partidos vascos para lograr los apoyos necesarios para formar un gobierno «estable» en minoría. En las elecciones del domingo ganó el PNV, pero con este reparto de escaños, el tripartito PNV-EA-EB que gobernó la pasada legislatura no lograría la mayoría absoluta y tampoco la alcanzaría con Aralar. Por contra, el PSE podría gobernar con el apoyo del PP y de UPyD.
La portavoz del Gobierno vasco, Miren Azkarate, destacó que el PNV logró el pasado domingo ganar las elecciones vascas «con contundencia y holgura», por lo que le corresponde la iniciativa de «hablar» con el resto de partidos. En este sentido, afirmó no entender «por qué tiene que haber un cambio de lehendakari».
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que según fuentes próximas al PSOE se inclinaría más por un pacto con el PP, reclamó al PNV «fair play (juego limpio) y saber estar a la hora de asumir lo que son los procesos de pérdida de la responsabilidad de un Gobierno» porque «forma parte de la democracia». Patxi López (PSE) reiteró que la consecución de un lehendakari socialista es un «objetivo irrenunciable» y recordó al PNV que gobierna las diputaciones de Àlava y Guipúzcoa pese a no ser la fuerza más votada. López recalcó que si el PNV pierde el Gobierno vasco «no pasa nada» porque «ni Euskadi se rompe ni se va a desestabilizar nada».
En su primera rueda de prensa tras las elecciones, López, denunció el discurso del PNV, afirmado que no acepta «amenazas de ningún partido» y le recordó a la formación nacionalista que «el país no es suyo. «Ya basta de amenazas, como si una profecía bíblica dijera que el PNV debe estar en el Gobierno y si no, se abren las puertas del infierno» afirmó López. De la misma manera ha dicho que «el PNV tiene que asumir de una vez que es un partido más, no un régimen o la religión de Euskadi».
El presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, se mostró de nuevo dispuesto a «arrimar el hombro y tender una mano» para alcanzar un acuerdo con los socialistas, con la única condición de que haya «un cambio hacia la Constitución y la defensa de las libertades».