Varios dirigentes del PSOE han reconocido en privado a la SER su preocupación por una maniobra empresarial muy difícil de explicar y vender a la opinión pública ya que una empresa española estratégica queda en manos de una compañía rusa que, aunque sea privada, tiene una evidente influencia política desde el Kremlin. Además, entrando en Repsol, Lukoil podría tener opciones sobre Gas Natural y Unión Fenosa.
Algunos dirigentes están claramente en contra de la operación aunque de momento el tema no se ha debatido en los órganos de dirección. Zapatero ni siquiera se ha referido al asunto en su intervención inicial ayer en la ejecutiva; algo sorprendente porque el presidente suele fijar posición sobre los temas espinosos.
El claro rechazo de Felipe González y del líder de la UGT, Cándido Méndez están pesando también en el ánimo de los socialistas. En el Gobierno tampoco hay unanimidad sobre la entrada de Lukoil. Según fuentes del partido, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, sí le habría trasladado a Zapatero sus grandes dudas y reticencias sobre la operación.
Algunas fuentes apuntan incluso que el presidente está molesto con su ministro al que responsabiliza de algunas de las filtraciones periodísticas que ha habido estos días en contra de la venta. Fuentes de Moncloa restan importancia a las discrepancias, niegan que haya ningún tipo de crisis aunque admiten que Sebastián quiere las máximas garantías.
En Repsol están preocupados por las divisiones que ven en el gobierno y confían en que se imponga el punto de vista de Zapatero y de De la Vega. La vicepresidenta tiene muy buena relación con el presidente de Repsol, Antonio Brufau. Llama también la atención el silencio que mantiene en este asunto el vicepresidente del gobierno y ministro de Economía, Pedro Solbes.