El mal tiempo con el que amaneció ayer la capital de España deslució el desfile de la Fiesta Nacional, en el que desfilaron alrededor de 4.600 efectivos y que estuvo presidido por los Reyes, don Juan Carlos y doña Sofía, acompañados por los príncipes de Asturias. Aunque no llegó a llover en Madrid, el clima obligó a reducir el desfile aéreo y a suprimir la llegada de la bandera desde el aire. Junto a la Familia Real estuvieron el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que fue recibido con abucheos, y Carme Chacón, que se estrenó como ministra de Defensa en este acto.
Los Reyes y los Príncipes, acompañados por los duques de Palma y la duquesa de Lugo, la infanta Elena, saludaron a su llegada al jefe del Ejecutivo, a la ministra de Defensa, Carme Chacón; a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y a la presidenta del Parlamento regional, Elvira Rodríguez. Tras el saludo, el Rey pasó revista a los efectivos y se situó en la tribuna de autoridades acompañado por el resto de la Familia Real y el Gobierno en pleno.
La llegada de la Familia Real vino precedida por la del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que volvió a ser recibido con gritos y abucheos por parte de un sector del público invitado.
Entre el resto de asistentes estuvieron los demás ministros, los presidentes autonómicos de Madrid, Extremadura, Ceuta y Melilla, Castilla-La Mancha, Castilla y León, y dirigentes políticos, entre ellos el líder de la oposición.
Los actos comenzaron con el izado de la bandera y el homenaje a los que dieron su vida por España, en el que este año participaron 16 familiares de militares fallecidos en 2008 en accidentes o atentados terroristas.
El presidente del Gobierno y los presidentes del Congreso y del Senado, José Bono y Francisco Javier Rojo; el Rey y dos oficiales fueron los encargados de colocar la corona de laurel ante la bandera de España, en recuerdo de los fallecidos, al son de la marcha fúnebre.
Concluida la honra con el disparo de las salvas y el paso de la Patrulla Àguila para dibujar los colores de la bandera nacional sobre el cielo madrileño, los siete reactores de entrenamiento de la patrulla acrobática del Ejército del Aire dejaron de nuevo su estela de humo rojigualda. No hubo exhibición de helicópteros de las Fuerzas Armadas ni presencia de aviones de transporte de la Fuerza Aérea.
El desfile terrestre comenzó con el paso de las unidades motorizadas. En este bloque participó una nutrida delegación de asociaciones y hermandades de veteranos de los ejércitos y la Guardia Civil.
El desfile a pie comenzó con el paso de un batallón de la Guardia Real, antes de la llegada de la agrupación de abanderados de los trece países que aportan personal a los Cuarteles Generales Terrestre y Marítimo de la Alta Disponibilidad de la OTAN en España, situados en Bétera (Valencia) y Rota (Cádiz). Las banderas de los trece países aliados fueron saludadas a su paso por las autoridades militares y civiles asistentes al acto.
Posteriormente, recorrieron el Paseo de la Castellana las principales unidades de los Ejércitos de Tierra y del Aire, la Armada y la Guardia Civil. Tras ellos llegaron las unidades de paso específico, lideradas por la Legión, con su veloz cadencia, de 160 pasos por minuto. Los legionarios, con su característico carnero ataviado con la gorra, volvieron a ser los más aclamados por el público y dieron paso a los Grupos de Regulares de Ceuta y Melilla, con marcado paso lento y uniforme con capa.
Al término del acto, la Familia Real se despidió de las autoridades y del público asistente y se trasladó al Palacio Real, donde ofreció una recepción con motivo del Día de la Fiesta Nacional.