Los Reyes y los príncipes de Asturias presidieron ayer, en el Congreso de los Diputados, la solemne apertura oficial de la IX Legislatura de la democracia española. Durante su alocución ante los diputados y senadores de todos los grupos, don Juan Carlos pidió a los parlamentarios que pongan «el máximo tesón» en «tejer amplias áreas de entendimiento y de consenso» especialmente «en las grandes políticas de Estado».
El presidente del Congreso, José Bono, por su parte, alabó la trayectoria de España en los últimos 30 años y recordó que en 2012 se cumplen dos siglos del nacimiento de la nación española en un discurso que, igual que con el del rey, los nacionalistas de la Cámara se mostraron reticentes a aplaudir.
En su discurso ante la Cámara, el Rey animó a diputados y senadores a trabajar en la IX Legislatura «con el máximo tesón» para «tejer amplias áreas de entendimiento y de consenso, especialmente en las grandes políticas de Estado», de forma que sean siempre «de la más amplia y sólida expresión de la voluntad popular».
Entre esas 'grandes políticas de Estado', don Juan Carlos citó la «lucha contra el terrorismo», la «situación económica» y la «acción exterior». Así, el Monarca pidió la «unidad de todas las fuerzas democráticas para terminar con la barbarie terrorista», por ser «una de las demandas más unánimes e insistentes del conjunto de la sociedad».
Terroristas
«Los terroristas han vuelto a mostrar, en plena campaña electoral, su rostro criminal y sanguinario al segar cruelmente la vida del ex concejal socialista de Mondragón, Isaías Carrasco», recordó el Rey, que dedicó a ésta y las otras cuatro víctimas de esta legislatura, el «más emocionado de los recuerdos». En segundo lugar, se refirió a las «dificultades e incertidumbres que presenta la actual coyuntura» económica, ante las que España debe «reaccionar con grandeza, diálogo, cohesión y solidaridad, para poder retomar cuanto antes la dinámica de los altos niveles de crecimiento y bienestar» que ha acumulado «durante más de una década».
En tercer lugar, consideró necesaria que España disponga de una acción exterior «dotada de la máxima solidez y credibilidad y, por ello mismo, ampliamente consensuada».