El Yakovlev-42, el avión que se estrelló en Turquía el 26 de mayo de 2003 con 62 militares españoles a bordo era un avión «excelente» que ocupaba el tercer puesto en el ránking mundial de seguridad. Así lo aseguraron ayer los tres altos mandos del Ministerio de Defensa que comparecieron ante el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska, que defendieron la contratación del aparato y afirmaron no haber recibido ninguna queja sobre la contratación del avión en ningún momento. Mientras, un comandante declaraba a los medios de comunicación a las puertas del tribunal que el ex ministro de Defensa Federico Trillo «nunca ha dicho la verdad» sobre este caso y que «mintió desde el principio».
El primero en declarar fue el jefe de Estado Mayor del Ejército (JEME) en 2003, general Luis Alejandre. Según fuentes jurídicas, el militar menorquín confirmó que había recibido el informe elaborado por el teniente coronel Marino en el que se recomendaba no volver a utilizar aviones de carga de la antigua URSS para trasladar pasajeros.
Agregó que el documento fue remitido al Estado Mayor Conjunto (EMACON), el órgano encargado de las operaciones en el exterior y su apoyo logístico. Otras fuentes jurídicas presentes en la declaración señalaron que Alejandre se limitó a afirmar que «no sabía nada» sobre quejas relacionadas con irregularidades en los vuelos de traslado de tropas.
El comandante Antonio Bedada, citado a declarar como testigo en el caso reabierto, explicó a los periodistas congregados a las puertas de la Audiencia Nacional que recibió, antes del accidente, un correo del comandante Ripollés, muerto en el siniestro, en el que le advertía que volaban con aviones contratados a «piratas aéreos». «Trillo nunca ha dicho la verdad», exclamó el militar, ahora retirado y que finalmente declarará el lunes 18, que aseguró que el ex ministro «mintió desde el principio» y «nunca defendió a los militares». «Ya es hora de que diga la verdad, se ha escudado siempre en terceras personas», subrayó, instando a Trillo a declarar. Precisamente, ésta es una de las exigencias de la Asociación de Familias Afectadas por el Accidente Aéreo del Yak-42.