El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, recibió ayer en el Ayuntamiento a la Cofradía del Entierro de la Sardina, ante quien señaló que «ha triunfado Doña Cuaresma, la del gesto agrio y estricta conducta», pero «no hay que darse a la melancolía, porque su victoria es pasajera». En un discurso lúdico, el alcalde subrayó que «el carnaval es catarsis» y que, «hecha la limpieza y ventiladas las estancias del alma, toca entrar en un tiempo de entereza y contemplación».
«Sí, amigos: ha triunfado Doña Cuaresma, la del gesto agrio y estricta conducta, y no queda más remedio que plegarse al triste designio que a los alegres y buenhumorados nos depara. Pero no os deis a la melancolía: sabemos que su victoria es pasajera, porque, en el peor de los casos, representa sólo la mitad de la vida», ha sostenido Ruiz-Gallardón.
«No somos nadie»
Entre risas, el alcalde exclamó que «hay otra vida» y animó a los cofrades a «enterrar ya a la sardina» y, con ella, «todas nuestras zozobras y quebrantos», en tanto que «no hay mal que por bien no venga». Dijo que la sardina nos recuerda que «no somos nadie», ya que ha llevado «toda una existencia de discreción y estrechez para terminar ahora apenas acompañada de unos pocos fieles».
Ruiz-Gallardón explicó que los antropólogos no se ponen de acuerdo sobre si la sardina milita en el bando de Don Carnal, en el de Doña Cuaresma o en ninguno, pero apuntó que él se resiste a creer que nunca se haya tomado ninguna licencia.
«Ha sido todo tan rápido, tan quebradizo y volátil, como es siempre la alegría del pobre», dijo el alcalde en referencia al Carnaval y a que «no ha transcurrido ni una semana desde que Don Carnal», después de hacerse con la llave de la ciudad, «ha perdido la batalla contra Doña Cuaresma». «Fugacidad de la política...», advirtió, antes de reflexionar: «¡Cuántas vueltas da la vida, y qué imprevisibles son, en medio de la mudanza, los sentimientos, capaces de regalarnos un destello de ilusión en un momento difícil o de refrenar el optimismo con un punto de inquietud!».
El presidente de la Cofradía, Antonio Hidalgo, le respondió con un agradecimiento, porque, «a diferencia del alcalde de Alcobendas» (Ignacio García de Vinuesa, del PP), el de Madrid «no ha prohibido el entierro de la sardina». Después, los representantes de la Cofradía dedicaron unos pasodobles al alcalde y se marcharon al Río Manzanares a enterrar la sardina.