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La Iglesia advierte que su voz nunca será silenciada 'por los poderes de este mundo'

El abad de Montserrat se desmarca de los obispos y defiende que el clero no puede pretender monopolios

OTR-TOLEDO/SEVILLA/BARCELONA
El cardenal arzobispo de Toledo y vicepresidente de la Conferencia Episcopal (CEE), Antonio Cañizares, realizó ayer en su homilía durante la misa celebrada en la Catedral Primada, una defensa numantina de la nota que el pasado jueves emitió la CEE para estimular «el ejercicio responsable del voto» en las próximas elecciones generales.

Un texto que, asegura, «no trata de imposiciones», sino que contiene «exhortaciones» que, aseguró, no son «en modo alguno partidistas».
Además, Cañizares también advirtió que la Iglesia no tiene otra palabra que «la de Cristo» y que ésta «no callará jamás» y no será nunca silenciada por «los poderes de este mundo».

El vicepresidente de la CEE aseguró en su homilía que la Iglesia no callará, aunque esto «le traiga juicios falsos e injustos que descalifican a quienes los hacen».

Tales juicios llegaron tras la emisión de un documento que, según Cañizares «tiene una razón de ser muy profunda y muy en sintonía» con anteriores enseñanzas y con «la verdad del Evangelio» que «nunca ha de callar por servicio a los hombres, servicio que reclama obedecer a Dios antes que los hombres mismos».

Esta «es la es la raíz de su actuación, aunque esto le traiga sinsabores, insultos, descalificaciones, y aunque así se vea sometida a juicios falsos e injustos que descalifican -lo siento- por sí mismos a quienes los hacen», proclamó Cañizares que, en esta misma línea aseguró que la Iglesia «no tiene otra palabra que decir que Cristo» y «esta palabra no la callará jamás, no la silenciará a pesar de los poderes de este mundo que quisieran silenciada o verla reducida a los espacios sacarles, no la dejará morir nunca».

Por otra parte, el abad de Montserrat, Josep Maria Soler, se desmarcó de la cúpula de la Iglesia católica española en su diatriba electoral con el Gobierno al afirmar que la Iglesia no puede pretender ningún monopolio.

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