El «comando Donosti» de ETA, desarticulado por las Fuerzas de Seguridad, tenía información sobre posibles objetivos, entre ellos del filósofo y miembro de «Basta Ya» Fernando Savater, aunque por ahora no había recibido órdenes para perpetrar atentados de forma inminente. Según consta en el auto judicial dictado ayer por el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno, el presunto jefe del comando, José Angel Lerín, hizo seguimientos a Savater, a un policía nacional en el barrio de Amara de San Sebastián y a dos ertzainas.
A pesar de ello, el director general de la Policía y de la Guardia Civil, Joan Mesquida, aseguró que aunque los detenidos tenían en su poder datos sobre políticos, miembros de las Fuerzas de Seguridad, del Poder Judicial y las Fuerzas Armadas, no tenían «objetivos concretos» ni órdenes para atentar de forma inminente. Mientras tanto, el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno ordenó el ingreso en prisión de seis de los siete detenidos, entre ellos del jefe del grupo, José Angel Lerín, por los delitos de pertenencia y colaboración con banda armada, y dejó en libertad a Endika Zinkunegi con la obligación de comparecer ante las autoridades cada quince días.
De acuerdo con la resolución judicial, Lerín, presunto miembro liberado (a sueldo de la banda), se integró en el comando «Urederra» en mayo de 2006, cuando estaba vigente la tregua de ETA, y uno de los jefes de ETA, Garikoitz Aspiazu, «Txeroki», le asignó el alias de «Jacinto». Entre las actividades que realizó, hizo el seguimiento a Savater, de un policía nacional en el barrio de Amara de San Sebastián y del testigo protegido del caso «Lasa y Zabala».De acuerdo con la resolución judicial, A Lerín, huido desde la primavera de 2005, le imputó los delitos de pertenencia a banda armada, falsificación de documentos, tenencia ilícita de explosivos y armas de fuego y un delito de estragos. En el piso donde residía en Andoaín (Guipúzcoa), propiedad de Itziar Aguirre, a la que en esta causa se ha imputado un delito de tenencia de explosivos y colaboración por alojar a miembros liberados, se hallaron unos 30 kilos de material explosivo, detonadores y matrículas sin marcar, mientras que en otro piso utilizado por él en San Sebastián, la Guardia Civil encontró una pistola y un «pendrive» con diversa información.