El líder del PP, Mariano Rajoy, expresó ayer su apoyo al Gobierno para que dialogue con ETA si se trata de que la banda se disuelva, pero no para pagar «ningún precio político», y acusó a José Luis Rodríguez Zapatero de «sectarismo» por conseguir con las reformas estatutarias una España «dividida».
Rajoy criticó al Gobierno en política económica, inmigración, seguridad ciudadana, educación, vivienda, exterior y autonómica, y en este último tema acusó a Zapatero de llevar dos años «intentando desbordar el dique de la Constitución» y de «desfigurar» la Nación.
Dijo que el Gobierno socialista «carece de plan y de rumbo», «no sabe qué hacer con España» y «se equivoca al escoger las prioridades»; matizó que se perciben «ocurrencias sueltas» y agregó que este país necesita un Ejecutivo que «encierre la discordia, se tome en serio las cosas serias y nos haga recuperar la confianza».Rajoy comenzó su discurso hablando del alto el fuego declarado por ETA y, en este sentido, aseguró que apoyará al Gobierno para que dialogue con ETA si de lo que se trata es de que la banda terrorista se disuelva, abandone las armas y pida perdón a las víctimas, pero no para pagar «ningún precio político a ETA, sus cómplices o sostenedores». «ETA debe perder toda esperanza de lograr ni uno solo de los objetivos por los que ha estado matando, entre otros, la autodeterminación y la anexión de Navarra», aseveró Rajoy.
Además, en su discurso dio especial importancia al «estado de la nación» y, al respecto, señaló que se está «desguazando la Constitución disimuladamente». Tras afirmar que el «abanderado del talante se refugia en las oscuridades», afirmó que Rodríguez Zapatero «no ha parado hasta imponer a los catalanes el Estatuto que a él le resultaba más conveniente para sus fines particulares». «Zapatero siembra cizaña y extiende la discordia», dijo.
La inmigración fue otro eje del discurso de Rajoy, quien consideró que el Gobierno está «objetivamente desbordado» por la inmigración ilegal, que cifró en 1.300.000 personas «sin papeles».
También criticó al Ejecutivo por dejar crecer «insensatamente» la inseguridad ciudadana y le exigió que «no arraiguen» en España los secuestros exprés, las bandas callejeras y los asaltos a domicilio, por lo que reclamó «algo más que buenas palabras».