El presidente de Navarra, Miguel Sanz, aseguró ayer que existe una remesa de cartas de extorsión recibidas por empresarios navarros tras el alto el fuego de ETA. Sanz se mostró partidario del acercamiento de presos siempre que se den una «clara voluntad de arrepentimiento» y de abandono de las armas.
Tras afirmar que, a su juicio, el «miedo generalizado» no influye en la estrategia del presidente del Gobierno respecto al proceso de paz porque cree que Zapatero comparte con él la máxima de que «solamente tengo miedo a tener miedo», Sanz se mostró seguro de que se puede hablar en presente de extorsión y de chantaje. Así, consideró que lo que antes del alto el fuego se llamaba atentado terrorista «debe seguir llamándose atentado terrorista», porque «incendiar un comercio del portavoz de UPN en Barañain a las 4 de la mañana no es obra de unos incontrolados, es algo es perfectamente planificado, diseñado con un objetivo claro y contundente y es atacar bienes y propiedad los bienes de una persona que defiende unas ideas contrarias a las que defienden los autores de ese atentado».
Por este motivo, para Sanz, «no sirve intentar minimizar» la gravedad del hecho para decir «que la situación ha cambiado». Además de Barañain citó los casos de Getxo y los llamados 'bonos' del «mal llamado impuesto revolucionario». No cree, en consecuencia, que estemos en la situación «idónea» para iniciar un proceso de negociación. En esta línea se preguntó si ETA ha hecho «alguna manifestación clara y contundente de que abandona las armas y la violencia». Y, aunque remarcó que no se trata de comparar, sí recordó que el IRA sí realizó un acto «público y manifiesto de abandono de las armas. Aquí no, al revés. Nos encontramos con declaraciones de Batasuna, diciendo y poniendo en cuestión y echando órdagos al Gobierno».
Sanz pidió a ETA que escenifique «cuánto antes» la entrega de las armas porque «ya vale de tomarnos el pelo» y consideró que los jueces deben aplicar la ley «al margen de coyunturas políticas.