JOSÉ MANUEL SANZ-BRUSELAS
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso,
instó ayer a los veinticinco gobiernos de la UE a no dejarse
paralizar por el fracaso de la Constitución y a seguir dinamizando
Europa para evitar que termine convirtiéndose en una «víctima» de
la globalización. En su primera rueda de prensa tras la reanudación
del curso político, Barroso pidió «realismo» a todos para asumir
que la Unión Europea «no tendrá Constitución en los próximos 2 ó 3
años».
«Esa es la realidad, pero eso no significa la parálisis de Europa», aseguró el presidente del Ejecutivo comunitario. Aunque todos los analistas coincidían ya en que la crisis constitucional europea no se resolverá hasta que se celebren elecciones en Francia y Holanda (2007), ningún responsable comunitario se había atrevido a decirlo con tanta rotundidad y en público.
Para entrar en vigor, el tratado constitucional debe ser ratificado por todos y cada uno de los 25 estados miembros, pero dos de ellos -Francia y Holanda- lo han rechazado en referéndum y sus gobiernos respectivos, según Barroso, «nos han dicho que no tienen planes de someterlo nuevamente a ratificación». El presidente tampoco ocultó su escepticismo respecto al uso que los gobiernos están haciendo del «período de reflexión» que decidieron darse en junio a fin de promover el debate sobre Europa.
Seminario
«No he visto todavía», indicó al respecto, «grandes iniciativas ni
reflexiones». Los comisarios europeos, que ayer celebraron a puerta
cerrada un «seminario» especial para analizar la situación política
europea, coinciden -añadió Barroso- en que lo prioritario es
«evitar a toda costa la parálisis».
«No existe ningún vacío jurídico. Hay muchas cosas que se pueden hacer con los tratados actuales, y cumpliremos celosamente nuestro papel de guardián de esos tratados», enfatizó. En un alarde de «hiperatividad», según palabras del propio Barroso, la Comisión aprobó hoy nuevas iniciativas en los ámbitos de la lucha contra el terrorismo, la contaminación atmosférica, la financiación de la investigación científica, las ayudas de estado a la innovación o el control de los déficit públicos.
Durao Barroso negó que el proyecto del equipo que preside sea meramente economicista. «Es estéril oponer lo político a lo económico. Necesitamos los dos elementos», comentó. «Mi mensaje es claramente favorable a una Europa política, pero una Europa política que no sea mediocre, a la defensiva, o que se esconda de la globalización y de los desafíos del siglo XXI».