La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) cree que la economía española crecerá un 3% en 2005 (tres décimas más de lo previsto en noviembre) y un 3,2% en 2006. Según su último boletín de «Previsión Económica», el incremento de la actividad en España este año se deberá fundamentalmente al tirón del consumo privado, que seguirá presionando al alza sobre las importaciones, con lo que el sector exterior se mantendrá como lastre de la economía. Para reducir la demanda interna, la OCDE recomienda al Gobierno una política fiscal más rigurosa y medidas que mejoren la competitividad. Para la zona euro, la organización es más pesimista, ya que rebaja siete décimas su previsión, situándola en un incremento del PIB del 1,2% en 2005.
La OCDE cifra en un 4,2% el aumento del consumo interno este año y en un 4% en 2006. Este alza se abastecerá principalmente de las importaciones (crecerán un 8,4%), provocando que el déficit comercial continúe siendo un lastre para la economía. Estima que el gasto público subirá un 3,9% en 2005 y un 3,5% en 2006, y que el consumo privado progresará un 3,5% en los dos años. La inversión (formación de capital fijo) se incrementará un 6,1% este año y un 5,4% en 2006. Las importaciones seguirá registrando un fuerte crecimiento en 2006 (8,7%), por la recuperación de la inversión en maquinaria y equipos y en construcción. Las exportaciones aumentarán un 5,2% en 2005 y un 6,9% en 2006. A pesar de esta situación, el déficit comercial español mejorará tres décimas en 2005 respecto al año anterior, situándose en el 1,4% del PIB. En 2006 será sólo del 1,1% del PIB.El IPC subirá un 3,1% en 2005 y en 2006 se moderará hasta el 2,6%, las alzas se deben a los precios de alimentos y petróleo. La institución prevé que los precios se moderen el próximo año, pero manteniéndose un punto por encima de la media del IPC de la zona euro. La OCDE alerta de que el aumento de los precios del crudo podría reflejarse en los salarios de los españoles con más fuerza que en otros países de la zona euro por los sistemas de indexación de salarios y advierte de que esta tendencia daría lugar a «una erosión más amplia de la competitividad».