El cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, criticó ayer la reforma legal aprobada el jueves en el Congreso que permitirá el matrimonio entre homosexuales, asegurando que supone la destrucción de la familia «ladrillo a ladrillo». Por eso, pidió a los funcionarios que se nieguen a realizarla alegando objeción de conciencia, como se pide a los médicos y los enfermeros contra el aborto. La vicepresidenta primera del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, recordó que todo el mundo aunque especialmente los trabajadores de la Administración Pública tienen la obligación de cumplir las leyes que el Parlamento aprueba.
El Vaticano no ha tardado en pronunciarse sobre la norma de los matrimonios homosexuales que está tramitándose en el Parlamento. A las críticas realizadas ayer por la Conferencia Episcopal, se añaden las de la Santa Sede, con una invitación además a su no aplicación. En una entrevista en el «Corriere della Sera», el cardenal López Trujillo instó a la objeción de conciencia afirmando que todos los cristianos tienen que estar preparados para pagar el precio más alto, incluso la pérdida de su trabajo.
En su opinión, la ley supone la destrucción de la familia y se preguntó si antes se le había preguntado a las familias españolas. «¿Han hecho algún estudio en profundidad?», dice. Según subrayó, «la familia es un don recíproco total entre hombre y mujer que exige la fidelidad en el tiempo, la exclusividad, la apertura a una nueva vida y a los hijos». El purpurado quiso recordar que Juan Pablo II «protestó por amor del hombre, de la familia y de los hijos» y el actual Papa Benedicto XVI «ha hablado con gran claridad de cómo era destructiva esta ley que abre el camino a la deshumanización». «Una ley no tiene razón sólo por el hecho de ser una ley, sino porque sea buena o haga el bien, se crearía una forma de positivismo jurídico que no tiene sentido. No se puede imponer cosas inicuas al pueblo», argumentó.