El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, aseguró ayer que «el linchamiento político» al que está siendo sometido el Alto Comisionado de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo, Gregorio Peces-Barba, es «una forma nueva y repulsiva de utilizar el terrorismo en la lucha partidaria». Con respecto al 11-M, Zapatero dice que España reaccionó con justicia y no con venganza, y abogó por olvidar a quienes «echaron la sal de la infamia sobre la herida abierta». El jefe del Ejecutivo hizo balance de su primero año en Moncloa ante el Comité Federal de su partido y allí aseguró que las «alarmas y malos augurios» del PP han quedado atrás con los hechos de su Gobierno.
Tras las últimas polémicas sobre Peces-Barba, Rodríguez Zapatero no quiso dejar pasar la ocasión de respaldar públicamente al Alto Comisionado y de responder a las duras críticas del PP. «El linchamiento político al que está siendo sometido es una forma nueva y repulsiva de tratar de utilizar el terrorismo en la lucha partidaria», dijo el jefe del Ejecutivo, añadiendo que el PSOE rechaza esta práctica «de forma tajante». Los más de 200 asistentes a la reunión del Comité Federal del PSOE respondieron a estas palabras de Zapatero con aplausos.
Buena parte del discurso inicial estuvo centrada en los atentados del 11-M. Zapatero aseguró que los españoles respondieron al dolor «con el consuelo, a la irracionalidad con racionalidad y a la incomprensión con inteligencia». «Los españoles hemos respondido con justicia. No con venganza», sentenció, porque «ni el mayor golpe de nuestra historia democrática nos ha desviado un ápice de nuestro rumbo como país y nada lo hará».
Zapatero, sin señalar a ningún destinatario concreto de sus palabras aunque quedaba claro que se dirigía al PP, aseguró que los españoles nunca borrarán de su recuerdo a las víctimas, pero sí a quienes «echaron la sal de la infamia sobre la herida abierta». «Olvidaremos a quienes insinuaron cobardía y desestimiento» por el vuelco electoral «donde hubo resistencia y valor ejemplar», añadió, porque los españoles guardan su memoria a «las cosas nobles y hermosas que nos unen, que nos hacen levantarnos y avanzar en los peores momentos, que producen la admiración de otros pueblos».