«Verdad, justicia y reparación moral, nunca económica porque el dinero ni abraza ni consuela». Esto es lo que Manjón pidió, en una hora de intervención con voz entrecortada en la que apenas pudo contener las lágrimas ante la comisión del 11-M. «Ha habido 192 fallecidos y 1.500 heridos. Una simple cifra para ustedes, todo un mundo para nosotros, con nombre y rostro», explicó, incluso enumerando algunos nombres de pila de víctimas de la masacre de Madrid entre los que incluyó el de su hijo.
Manjón comenzó así un duro alegato contra la clase política. «Nunca más utilicen el dolor de las víctimas con fines partidistas», dijo, porque «para ustedes sólo es política y todo significa partidismo». Las víctimas, añadió, no son marionetas, aunque «ha habido quien ha tratado de vetar la comparecencia en el intento de encasillarnos en tal o cual opción política». «Pero ésa no es nuestra guerra. No vuelvan a ponerse sus gafas de partido», sentenció.
La comisión, explicó, se ha convertido en «un patio de colegio» por culpa de los grupos parlamentarios, que han preferido «echarse las culpas unos a otros» de todo. «Han hablado esencialmente de ustedes», lamentó, para después preguntarse: «¿Quién se ocupa de nosotros?». Para que la comisión siga siendo «un espacio de riña entre partidos», Manjón apostó por cerrarla y abrir otro órgano de investigación independiente que depure responsabilidades, incluso penales para quienes «por error u omisión no pusieron todos los medios a su alcance para evitar la tragedia», y que proponga las medidas oportuna para evitar en el futuro atentados similares.
La portavoz de los familiares denunció el caos en la atención a las víctimas en los primeros días y que los políticos sólo acudieran al tanatorio provisional que se montó en Ifema «para hacerse la foto». De hecho, reveló de que muchos de los afectados y sus familias han acabado en la sanidad privada porque los centros públicos ya estaban colapsados, no se incrementaron los servicios y fueron derivados a la listas de espera.