«Asumo mi error y me disculpo». De esta forma, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Àngel Moratinos, pidió perdón por la forma de su acusación al Gobierno del PP de haber apoyado el golpe de Estado en Venezuela en 2002, pero no por el fondo, en lo que se reafirmó e insistió en que ese Ejecutivo no condenó y legitimó la intentona golpista.
Moratinos dijo que en ningún momento acusó al Gobierno de Aznar de «instigar o participar en la preparación y ejecución del golpe de Estado» en Venezuela. «Nunca dije eso, afirmar lo contrario sería una calumnia», dijo. «Por apoyar, quise y quiero decir que no condenó el golpe de Estado, que lo endosó y que le ofreció legitimidad internacional», explicó, por lo que achacó al anterior Ejecutivo «un error de apreciación y de gestión de la crisis en contra de la práctica y usos diplomáticos».
En la secuencia de hechos que relató, Moratinos utilizó documentos procedentes de los archivos de su Ministerio, de las hemerotecas y del diario de sesiones del Congreso de los Diputados, y fundamentalmente la información que el entonces embajador de España en Caracas, Manuel Viturro, envió al Ministerio de Exteriores entre los días 8 y 17 de abril de 2002, y varias declaraciones, una de ellas en nombre de la Presidencia de la Unión Europea que nuestro país ostentaba en aquellas fechas.
El ministro recordó que España emitió una declaración en calidad de Presidente de turno de la UE en la que se eludía cualquier referencia al golpe de Estado y se mencionaba al Gobierno provisional, lo que contrasta con la declaración de condena del llamado 'Grupo de Río'.
A pesar de haber sido informados en detalle por el embajador de España en Caracas y por otras fuentes de que se trataba de un golpe de Estado, los responsables de Exteriores dieron instrucciones al embajador para que se entrevistase con Carmona mientras que el presidente constitucional estaba detenido. «El propio presidente Aznar respondió a la llamada de Carmona a pesar de saber que era un golpista», dijo.