El conseller de la Generalitat y secretario general de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira, aseguró ayer que fue un error acudir personalmente a la reunión con la cúpula de ETA, pero no el propio diálogo que mantuvo con la banda. Es decir, admitió un error de forma, pero no de fondo. Carod-Rovira admitió «humildemente» haberse equivocado en las formas en su diálogo con ETA. «No debía haber ido yo», dijo, ya que, como conseller en cap, causó «perjuicio al Gobierno de la Generalitat. Su dimisión como 'número dos' del Ejecutivo se debe a su intención de «preservar» el pacto tripartito.
Carod considera que sufre un «linchamiento mediático intolerable» que, además, ha provocado el uso «partidista» de las instituciones del Estado con lo que tiene de «perversidad moral» la vigilancia a la que presuntamente le sometió el CNI. «¿Por qué se me condena? ¿Por qué tanta hipocresía?», se preguntó tras recordar que «para hacer daño ya están las pistolas, para hacer bien tenemos la palabra». «No la hagamos callar, no condenemos a quien habla».
Carod aseguró que todo proceso de resolución de un conflicto pasa por etapas que requieren un nivel de discreción. Recordó su participación en el proceso de desarticulación de Terra Lliure, y preguntó si tiene que pedir perdón por el cese de la violencia de este grupo.«Nunca se me pasó por la cabeza que con mis modestos argumentos políticos ETA dejara las armas», dijo, sino que su reunión pretendía ser «un grano de arena» en el camino hacia una tregua. «Prefiero salvar una vida por encima de un gran resultado electoral», dijo. Así, denunció que el PP quiere «llevar a Catalunya a un callejón sin salida». «Y no lo conseguirán», sentenció, recordando al Gobierno que es más grave no dar órdenes de detención que hablar con ETA «para salvar vidas». «¿A qué viene el montaje y la persecución pública si no es porque hay elecciones y el PP no tiene escrúpulos?», preguntó.