El peso de la actividad turística en España ha disminuido ligeramente, al situarse en el 11,8% del PIB en 2002 frente al 12,1% registrado en 2001, según los datos de la Cuenta Satélite del Turismo.
Durante el período 1995-2002, el turismo se consolidó como uno de los elementos impulsores del crecimiento económico español con una contribución anual al PIB de más del 10%, e incluso superior a los 12 puntos porcentuales en los años 2000 y 2001.
De los datos de la CSTE, publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), se desprende que la ralentización del crecimiento del sector turístico en 2002 se debe «tanto a las transformaciones acaecidas en los mercados internacionales del turismo a partir del 11-S, como, en el caso de España, a la recesión económica de algunos de sus mercados emisores», fundamentalmente Alemania.
A la crisis iniciada en 2001 se ha sumado la creciente competencia de mercados e industrias, «agudizada por el oligopolio internacional en el sector mayorista de las agencias de viajes y los problemas de las compañías tradicionales de transporte aéreo, así como el uso, cada vez más frecuente, de las nuevas tecnologías de información en el sector de turismo».
Sin embargo, España ha conseguido amortiguar los efectos de recesión del turismo internacional con un comportamiento más estable del turismo interior, tanto en su segmento mayoritario de sol y playa, como en los de otras formas emergentes, entre los que destacan el rural, el cultural, el excursionismo de fin de semana y los viajes a segunda residencia.