Aznar acudió ayer por cuarta vez al pleno del Congreso para informar de la posición española ante la crisis iraquí y explicó que «España no participará en misiones de ataque o de carácter ofensivo» y «en consecuencia, no habrá tropas de combate españolas».
Sí enviará al buque 'Galicia', con infraestructura médica y en el que habrá unidades del Ejército con capacidad para tareas de desactivación de explosivos y reconocimiento químico y radiológico, así como a la fragata 'Reina Sofía' y al petrolero 'Marqués de la Ensenada'. Según reconoció, la presión de la opinión pública ha influido en esta decisión.
Aznar lamentó que haya sido imposible un acuerdo en el seno del Consejo de Seguridad por la postura «inflexible» de algunos países y defendió que se haga cumplir la legalidad a Irak una vez que Sadam «ha despreciado su última oportunidad».
Además, defendió la cumbre de las Azores en la que participó el domingo y aseguró que la declaración aprobada en ella para impulsar el vínculo entre Europa y EE UU ha recibido ya el apoyo expreso de diecinueve países.
El envío de tropas españolas a la zona con una exclusiva tarea humanitaria fue calificada de «sarcasmo» por el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, quien pidió a Aznar que «pare la guerra y así no tendrá que enviar ninguna ayuda».
Zapatero consideró «ilegal e inmoral» la guerra en Irak, acusó a Aznar de realizar «un ejercicio desquiciado de absolutismo» por respaldar la guerra y le reprochó que haya despilfarrado lo logrado en veinticinco años por la política exterior española y apeló a sus convicciones democráticas para que opte entre pasar a la Historia como «un dirigente democrático que se equivocó pero que decidió a tiempo rectificar a fondo y asumir sus responsabilidades».
El presidente del Gobierno replicó al dirigente socialista lamentando que pretenda «engañar» a la opinión pública con tal de «hacer daño» al Gobierno y conseguir votos mediante el «oportunismo electoral».