Eran apenas las 06.00 cuando agentes de la lucha antiterrorista irrumpían en una vivienda de la aldea de Estialescq, situada a unos 50 kilómetros del recién estrenado túnel de Somport, que une Francia y España en los Pirineos. Allí, en esa casa de montaña aislada, sorprendieron en pleno sueño al vascoespañol Berasategui y a la vascofrancesa Guimon, ambos de 33 años de edad.
Estaban en habitaciones separadas y no opusieron resistencia a su detención, pese a que disponían de un pequeño arsenal: una ametralladora, dos pistolas automáticas, un fusil de asalto y su munición correspondiente.
La vivienda fue alquilada hace unos ocho meses por la mujer, también conocida como «Lorentxa».
En su interior, los agentes se incautaron, además, de detonadores, de una troqueladora, de placas de matriculas falsas y otras sin usar, de documentación falsa, abundantes papeles internos de ETA en euskera y dinero en efectivo. Fuera, en el patio de la casa y en el garaje, había dos vehículos robados, un Peugeot 205 y un Renault Laguna.
Las fuentes consultadas consideran que la vivienda, cuyo registro ya ha terminado, tenía «un valor estratégico importante» en la logística de ETA, mientras que el ministro español de Interior destacó su carácter «clave».
Berasategui y Guimon, así como otros presuntos etarras que hayan podido pasar por la casa de Esquialescq y cuyas identidades podrán determinarse cuando se analicen las huellas dactilares recogidas en el lugar, llevaban «una vida discreta».
Esta es la segunda vez en ocho meses que la policía detiene a Berasategui, presunto ex jefe del comando «Behorburu» de ETA y considerado como uno de los expertos de la banda en explosivos. La primera vez -el 15 de mayo de 2002- fue arrestado en Annonay (sureste), al ser sorprendido cuando intentaba robar un vehículo junto a dos individuos que lograron darse a la fuga.
Fue procesado por asociación de malhechores con fines terroristas y otros cargos, entre ellos por «rebelión» porque trató de oponerse a su arresto, y fue encarcelado en la prisión parisiense de La Santé. Ahí pasó apenas tres meses, pues a mediados de agosto se intercambió con su hermano José Antonio en un locutorio de la cárcel durante una visita.El gran parecido físico entre ambos facilitó la treta, así como el poder intercambiar por simple contacto de la piel la tinta invisible con la que se marca a reos y visitantes, como puso de relieve la posterior investigación de la fuga.
Contra Ismael Berasategui pesaban dos ordenes de búsqueda y captura internacional, una dictada por un magistrado de instrucción parisiense tras su fuga de La Santé y otra por las autoridades españolas que le reclaman por cinco atentados con coche-bomba.
Guimon, que pertenece a una familia de larga tradición en el activismo nacionalista vasco, era buscada por la policía desde 1998.