Pep Roig, enviado especial
Con el mágico conjuro de una queimada «Forzas do ar, terra, mar e lume, a vos fago esta chamada...» los voluntarios de Mallorca y Eivissa celebraron después de la cena del jueves una pequeña fiesta, que no era de despedida, sino de reafirmación de su voluntad de solidaridad demostrada, sin ninguna clase de dudas durante los cuatro días pasados, además de la jornada que les quedaba por delante antes de emprender regreso a sus casas. «Si e verdade que tendes mais poder que a humana xente, eiqui e agora facede cos espritos dos amigos que estan fora, participen cn nos desta queimada», terminó recitando Chema Àlvarez la invocación, con el sonido de las gallegas gaitas que entonaron el himo de Galicia. Después continuó la fiesta en la que fue espontáneamente homenajeado Serafín, el simpático jubilado que durante todo el tiempo ha estado acompañando a los voluntarios.
Lo cierto es que esta fiesta se celebró a pesar de que los participantes tenían los cuerpos molidos por las duras jornadas anteriores, especialmente la del jueves en la que el esfuerzo fue casi sobrehumano. Pero el conjuro pareció aliviar las espaldas doloridas y el cansancio de las mentes. Hasta Muxía llegó la noticia de las supuestamente descabelladas declaraciones de un gallego «de pro» que desde la cómoda distancia que separa Mallorca de la Costa da Morte se atrevió a decir algo así: que los voluntarios estaban allí poco menos que de vacaciones. Nadie entendía ese ataque sin razón. Pero la etapa balear no acabó con la «queimada», sino que bien temprano hubo que volver a entrar en esa especie de sauna que componen el traje de agua, y sobre este el mono blanco, las botas y los guantes de goma herméticamente cerrados, y volver a doblar el espinazo sobre las toneladas de brea que el constante temporal de Finisterre traen sobre las rocas del Cabo de Touriñan.
Se repitió el trabajo cada vez mejor organizado, siguiendo la lógica pauta de la disciplina que permite que el trabajo sea lo más efectivo posible. «Es una lástima. Ahora que ya hemos conseguido un grado óptimo tenemos que dejar el trabajo», porque en esta última jornada, la mayoría estaba pensando en regresar, pero no a sus casas de Mallorca o Eivissa, sino regresar de nuevo a las costas gallegas para continuar en esa dura tarea de sacar el veneno de entre las piedras.