La indignación ha sido mayor cuándo hemos sabido que había espátulas y otras herramientas de sobra en playas próximas a las que los mallorquines estábamos limpiando, con voluntarios de Zamora y Murcia, y de otros puntos del Estado que han llegado por su cuenta para luchar contra la marea negra. Ahora el problema no será que entre el fueloil de la tercera marea. El problema es la tremenda incompetencia de los profesionales que se dedican a la recogida del fuel, y que nos han puesto a rascar rocas sin ningún medio.
La impotencia también ha hecho que más de uno se haya puesto a llorar de rabia e indignación. Todos querríamos hacer mucho más, pero con las ramas sólo hemos podido llenar cinco paladas de excavadora mecánica, inútil para cribar esta playa. Cuando hemos intentado excavar un poco en la tierra nos lo han impedido y todos sabemos que hay un manto de fuel a sólo veinte centímetros de profundidad de la arena, que parece como si se hubiera tapado para cubrir esta vergüenza.
La jornada de trabajo ha sido agotadora y con mucho desánimo. Nuestro grupo parece una enfermería de campaña, con Míriam Muñoz con gastroenteritis (pero ha limpiado como una valiente) y Xisco Dalmau y Gerard Moyà afectados por graves resfriados. Las condiciones también son muy duras, y no sólo por la falta de medios, sino por el terrible frío que azota las costas y que ha hecho que en algunas playas no se haya podido trabajar por culpa de un temporal que también está haciendo inútiles los esfuerzos de buena parte de la flota que intenta impedir que se esparza más veneno por el litoral gallego.