Un acuerdo que costó cuatro meses de negociación ha quedado roto tras los breves minutos que duró la respuesta parlamentaria que ayer dio Rato a Caldera. El PSOE, según dijo ayer su portavoz parlamentario, «no puede sentirse vinculado» a un acuerdo que el también vicepresidente segundo calificó como un chantaje. Rato, añadió, «sitúa al Parlamento y su función democrática de elegir a los miembros de los órganos institucionales como un zoco donde se practica el chantaje». La solución ahora pasa por que el PP mueva ficha. «El Gobierno sabrá lo que tiene que hacer», dijo Caldera. El secretario de Organización socialista, José Blanco, añadió que es necesaria «una desautorización». «No pueden poner en jaque procesos de negociación sobre asuntos de Estado», añadió.
«Es difícil llegar a acuerdos con un Gobierno cuyo vicepresidente cuestiona los pactos alcanzados», dijo. Para Blanco, «Rato pretende morir matando». Lo que hizo el miércoles en el Congreso, dijo el dirigente socialista fue desautorizar al presidente del Gobierno, José María Aznar, al cuestionar la negociación que mantuvieron PP y PSOE, puesto que, según precisó Caldera, fue el propio Aznar quien cerró el pacto a través del secretario general de su partido, Javier Arenas.
Sin embargo, desde el Gobierno se sigue confiando en la vigencia del acuerdo. José María Aznar aseguró que «hay unos acuerdos y yo espero y deseo que los acuerdos se respeten». «Llevo desde el mes de junio intentando» cerrar este acuerdo, dijo, y confió en que todas las partes lo respeten. El portavoz del PP, Rafael Hernando, ratificó el pacto «en todos sus términos», puesto que lo sucedido el miércoles no pasa de ser un «rifi-rafe parlamentario». «Lo único que le pido al PSOE es que reflexione, porque la sociedad no va a entender que, por un debate como el de ayer, alguien rompa acuerdos tan trascendentes como estos», añadió.
Hernando calificó la reacción de los socialistas de «un tanto infantil, demuestra un cierto grado de inmadurez», pero se mostró muy cuidadoso en no ratificar la afirmación de Rato de que el acuerdo fue un chantaje. «Hay cesiones por parte de unos, encajes por parte de otros, y al final se llega al acuerdo», dijo. El ministro de Economía sólo se defendió en una charla informal en Quedlinburg, Alemania. «El que no quiera saber la verdad, que no pregunte», dijo Rato, que ironizó con el hecho de haberse convertido en el centro de las tertulias políticas, y añadió que cuando le preguntan sobre nombramientos, él se «defiende».
Las palabras de Rato no sólo han provocado que el acuerdo para renovar los órganos institucionales esté paralizado. Los partidos nacionalistas creen que el ministro les dio la razón: la negociación fue sólo un reparto de cargos entre PP y PSOE sin tener en cuenta a los demás partidos. El portavoz parlamentario del PNV, Iñaki Anasagasti, dijo que se ha demostrado que la negociación fue «un amiguismo entre el PP, el PSOE y el amigo del señor José Luis Rodríguez Zapatero», como calificó Rato a Jaime González. A su juicio, el vicepresidente ha confirmado las denuncias del PNV. Su homólogo en CiU, Xavier Trias, coincidió en que Rato demostró que sólo fue un reparto de cargos, hecho «de manera un poco fea», puesto que no sólo son capaces de explicar las exclusiones, sino que «se lo echan a la cara». «Es el colmo, se trata de un nuevo estilo de hacer política.