La juez de la Audiencia Nacional Teresa Palacios ha imputado en el «caso Gescartera» a la presidenta de esta agencia de valores, Pilar Giménez-Reyna, y a su consejero delegado, José Manuel Pichel, un alto cargo de la Fundación ONCE que representaba a la organización de ciegos en el consejo de Gescartera Dinero.
Giménez-Reyna y Pichel, junto con otro de los consejeros de Gescartera Dinero, Francisco Javier Sierra Flor -que también ha sido imputado-, prestarán hoy declaración ante la titular del juzgado central de instrucción número 3 de la Audiencia Nacional para esclarecer el paradero de cerca de 13.000 millones de pesetas que, según la CNMV, han desaparecido de esta agencia de valores.
La imputación de la presidenta de Gescartera Dinero, hermana del actual secretario de Estado de Hacienda, Enrique Giménez-Reyna, provocó ayer que dos ministros salieran en defensa de las actuaciones de este alto cargo. Fuentes del Ministerio de Hacienda señalaban que el secretario de Estado es simplemente un cliente afectado económicamente por este caso, ya que invirtió en Gescartera Dinero 1'5 millones de pesetas que ahora no puede recuperar. Las mismas fuentes indicaron que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha reiterado su «total confianza» en Giménez-Reyna. El vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía, Rodrigo Rato, afirmaba ayer que Giménez-Reyna no tiene «ninguna responsabilidad ni publica ni privada en la gestión de esta empresa», una opinión que reiteraba el portavoz Pío Cabanillas en Palencia.
En cuanto a Pichel, actualmente Director General de la Fundación ONCE, su puesto en Gescartera Dinero obedecía a la participación accionarial que la organización de ciegos tiene en esta agencia de valores, que asciende a un 10 por ciento de su capital social. Por su parte, la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros (ADICAE), que ayer celebró una asamblea para agrupar a los clientes afectados y poder personarse judicialmente contra los responsables del «agujero» de Gescartera, animaba ayer a los perjudicados a que no se queden callados.